sábado, 10 de enero de 2015

RESEÑA DE “LA MIRADA FINGIDA” DE JUAN JOSÉ CUENCA LÓPEZ A CARGO DE ENCARNA GÓMEZ VALENZUELA.


La mirada fingida es un libro de poesía  en el que vibra una intensa historia de amor adolescente, que despierta las emociones que dormitan en el alma en estado latente, donde Juanjo es ese adolescente que deambula por sus dulces páginas fascinado por conseguir y poseer el amor de Ana. En este manual los versos se encadenan unos a otros como si fueran seres enlazados por alguno de sus miembros, como podía ser la mano. Todo el libro constituye un solo y único poema que late de amor y de anhelos. Precisamente el poeta usa bastante esa imagen de coger de la mano a su amada,  unas veces para desearlo y otras para lamentar haberlo hecho.
 
 
 
 


A lo largo de todo el poemario existe un desasosiego interno del que se contagia el lector, que en la mayoría de los casos se impregna de la belleza que se desprende de sus abundantes y gráciles metáforas y de su tono sensual, ameno y evocador. Juanjo nos sorprende gratamente con un vocabulario culto que se va codeando paulatinamente con palabras del lenguaje común. En su libro abundan las reiteraciones o anáforas como un recurso estilístico para incidir en ese pensamiento en el que el autor anda inmerso y que desea transmitir a sus lectores.

Es un precioso manual para leerlo despacio, al abrigo del sosiego, para digerirlo en solitario, sumergido en un remanso de paz, para ir saboreando las palabras una a una, para ir degustando las frases, masticándolas y extrayéndole todo su jugo, su plena esencia, el ser primigenio que alumbra el discurso surrealista de su poesía.

Según Jesús Cabezas Jiménez, autor del prólogo, Juanjo ha sabido mezclar todos los ingredientes necesarios para su perfecta elaboración y añadir la dosis justa de levadura con la que le ha dado a su relato la fermentación necesaria y el acabado exacto de tensión narrativa. Este libro según el prologuista ha sido creado siguiendo la dulce huella de La casa encendida de Luis Rosales, pertenece pues a la escuela de este insigne poeta.

Por ostentar la labor docente, a mí me llama la atención especialmente el capítulo II que comienza así:

El pupitre es una isla en la memoria

y en el océano de baldosas deja un solo aliento

donde el mensajero sediento es el pupitre;

el pupitre donde todas las frases dichas a hurtadillas,

todas las frases que nacieron se resbalan

                        tercamente,

se resbalan lentamente y de improviso…

En esta estrofa el pupitre cobra vida y deja su aliento en las baldosas y se hace mensajero. Alrededor del pupitre nacen frases dichas a hurtadillas que se resbalan y desvarían la memoria. Igual que una página…que contiene un mensaje futuro…y todo se desencadena al haber cogido de la mano a su amor. Dar la mano significa mucho más de lo que expresa. Cuando el poeta sueña el pasado, vuelven los recuerdos y aparecen, entre otros ámbitos, la clase en la que los adolescentes reciben las enseñanzas, mientras sus corazones vuelan en pos del amor. Allí están las mesas, las sillas y la pizarra, señora como una madre…, objetos de añoranza. En el libro se encuentran elementos mágicos como el agua, el viento, el aire…que nombra a menudo y que desbordan su esencia.

Doy la enhorabuena a Juanjo por este libro y recomiendo su lectura a los amantes de la poesía y a los que no lo son, porque a partir de ese día lo serán. Les gustará el poemario porque les va a ºayudar a evocar sensaciones íntimas, agazapadas y escondidas en el fondo del alma.

 

 

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