Mis alumnos y alumnas,
ayudados por las madres, me han escrito una carta preciosa dándome las gracias
por el trabajo desarrollado con ellos a lo largo de estos dos cursos. Yo
también les doy a ellos y ellas las gracias por haberse dejado educar por esta
sencilla maestra, por entregarme sus almas como un libro en blanco para
escribir un diario de aprendizajes y experiencias, por haber sido tierra
fecunda donde las semillas de la enseñanza han fructificado y han dado el
ciento por uno. Y a los padres y madres les agradezco el haberme confiado la
educación de sus hijos.
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