jueves, 3 de septiembre de 2015

LA DELICADA BLANCURA DE UNA VIRGEN


 
 Me sumergiré en el verde febril de los pinos de la Serrezuela

para sentir la delicada  luz del sol en las mañanas de estío,

anclada en los agrestes parajes de Pegalajar, mi pueblo

y para beber el dulce  néctar en el cuenco de su mano.



Dibujaré palabras de gratitud en los muros de la Charca

para recordar a las jóvenes generaciones

que nuestros mayores lucharon por el agua de la Fuente de la Reja,

hoy, desgraciadamente, a punto de agonizar.

Dibujaré  nubes surcando el espacio infinito para que traigan el agua

que fertiliza los campos y llena nuestras acequias.

Soñaré para recordar los días  de nuestra  infancia,

cuando el tiempo era mágico y estaba saturado de deseos.

Soñaré un ideal de justicia para vivir un futuro de equidad.                                  

 

Duerme el viento, atrapado, en los pinos de la sierra.

Ha cesado su  monótona canción de desvarío para escuchar las campanas

de la torre parroquial que repican anunciando una fiesta mariana.

Es el día de la Virgen de las Nieves, nuestra patrona querida

y nuestra madre del alma que pasea por las calles bulliciosas,

dándonos su bendición y curando las heridas que nos causó el desamor,

la tristeza, la lejanía de nuestros seres queridos y el dolor.

En su ermita, como una hermosa paloma, detendrá su grácil vuelo.

La Virgen Blanca, como la luz y la nieve, te deparará unas felices jornadas

de verbena y de alegría, a cambio, te pedirá que respetes al hermano y
 
 le ayudes a caminar por la vida con proyectos solidarios.
 
No le cierres tus entrañas a la madre.

Este es el poema que salió publicado en el Libro de Festejos de Pegalajar, cuya edición fue  con motivo de la Fiestas en honor de la Virgen de las Nieves.  Ofrecemos imágenes de la Virgen y del pueblo.












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