lunes, 7 de diciembre de 2015

ALBORADA


 
Sobre la alborada que nace

—acuarela plateada en las montañas

ambarinas de esta tierra—

despliega el amor su aureola, para iluminar


su bóveda con floridos estandartes de caricias.

 

Es un volcán de cristales, caudal de lirios y rosas

transparentes como el aire que respiras.

 

La luz del alba te espera, sedienta

y acurrucada, en el alfeizar de tu ventana

para teñir de diamantes

las cornisas de tu alma.

 

Pabellones de tinieblas cultivó

la hora tenebrosa del dolor y de la ausencia

en los espejos nocturnos.

 

Ahora, la luz del alba,

como un aluvión silvestre,

aborta su siniestro pedernal

en el lánguido crisol de tu mirada,

después, la hace sucumbir

en los espasmos de la niebla,

como las olas del viento en las esferas celestes.

 

La línea encarnada del horizonte,

como el carmín en los labios,
 
                  se vislumbra, candorosa, en el iris de tus ojos.

POEMA PUBLICADO EN LA REVISTA DE CREACIÓN LITERARIA Y PLÁSTICA Nº 28. OTOÑO 2015. 

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