jueves, 7 de mayo de 2020

PEGALAJAR DEL ALMA MÍA




Pegalajar del alma mía, me embrujan tus paisajes
y me hechizan las fragancias de tus campos y tus huertas
cuando la noche se duerme y renace la mañana
en tus tierras arboladas.



Tus valles son las cañadas del cuerpo de una muchacha
y tus montes son sus pechos erguidos, desafiantes,
orgullosos, altaneros, elevados y distantes.

Y tus verdes olivares, en los que bailan las penas,
meciendo melancolías, son sus jóvenes gargantas
cuando entonan los cantares.
Tus tortuosos senderos son cabellos ondulados
que se mueven con el viento y van surcando los valles.

Por tus picos, la alborada pinta en  cálidas dulzuras
y regala complacencias, alegra los corazones,
ahuyenta las tempestades y rebosa sutilezas,
por los prados florecidos, por tupidas alamedas,
por veredas polvorientas.







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