Ayer, en la
Iglesia Parroquial de la Santa Cruz de Pegalajar, se celebró la misa funeral
por el eterno descanso de mi anciana madre, Josefa Valenzuela Valenzuela, que
falleció el 13 de abril de este año fatídico de la pandemia del COVID. Ella no
pudo tener velatorio ni funerales de cuerpo presente y al entierro solo pudo
asistir un reducido nº de personas. Esta ceremonia fue muy emotiva, sencilla y
entrañable. Pudimos elegir los salmos, que leyó Juan, mi marido y hubo cánticos
y aleluyas.
Al final de la ceremonia religiosa pude recitar un poema dedicado a
mi madre que compuse a los pocos días de su fallecimiento para expresar el
dolor y la impotencia humana ante la muerte de un ser querido. Gracias a la
parroquia, al párroco, don Juan Manuel y a todos los que colaboradores y
asistentes al funeral.
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