Esta tarde, el sol escondido detrás de las montañas tildó de color rosado las nubes caprichosas que vestían el poniente. El cielo nos mostró un atardecer rosáceo de esos que te alegran el alma cuando los ves y te hablan de los misterios que encierra la madre naturaleza. La tarde se vistió de luces rojizas para despedir al día y para dar paso a las sombras de la noche. Un bonito atardecer, vestido de rosa.
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