jueves, 2 de diciembre de 2021

ALMADÉN DESDE PEGALAJAR

 


En invierno, el Almadén

deja que el cielo corone

sus cumbres de blanco armiño.

Deja que las nubes cubran,

con sus copos las laderas de su urdimbre,

los barrancos de su escarpado declive.

Deja que el gélido viento afiance

en placidez sus extensiones sombrías.

Con su soplo frío y glacial,

el aire de las montañas acaricia

los telares blanquecinos de su alma

las llagas de su pétreo corazón,

las heridas de su ondulado paisaje,

los surcos de sus profundas entrañas.

 

Almadén permite que lo sepulten

entre sábanas de raso y de algodón,

de seda mate o de lino blanqueado,

tan sutil y esplendoroso

como los hermosos lirios

que se crían en los montes de mi tierra.

 

Almadén, como novia complaciente,

permite un roce suave, puro, limpio y sensual

en el borde de sus labios, para dejarse besar,

a la orilla del amor, por los luceros del alba,

por el sol y por la luna y por todos los planetas.

Oyendo zalamerías, teje su traje de novia.

Escucha versos de amor y poemas de nostalgia

cerca de su corazón, en noches de plenilunio.

Y, para ir a la fiesta de sus bodas milenarias

con el frío viento del norte, se viste con traje blanco.

 

En CasaRosada, a 2 de diciembre de 2021

 







No hay comentarios:

Publicar un comentario