jueves, 28 de septiembre de 2023

OTRO FRAGMENTO DEL PRÓLOGO DE “OJOS DE ZAFIRO Y OTROS RELATOS” DE ENCARNA GÓMEZ VALENZUELA

 


De esta forma sigue Victoria Godoy el prólogo de mi libro, Ojos de zafiro y otros relatos:   

  En Ojos de zafiro, hay bellas comparaciones y bonitas metáforas: la luz blanca del alba será «fría como la muerte»; las palmeras, «hermosas plumas de avestruz agitadas por el viento»; el grito, «el desafinado chirrido de un gallo madrugador»; un niño a las espaldas, «un tierno ramillete de hierba buena que le brotara de la cintura...»; la pelvis, «una granada madura que anhelara mostrar el fruto»; la rabia, «una luciérnaga herida...»; la indignación, «una punzada adversa»; el sol, «una mancha escarlata que había empezado a caldear el aire»; la fe, «una minúscula sombra sin destino»; el rostro encendido, «vigoroso, arrebol de otoño»; las dulces palabras, «el alegre gorjeo de un gorrión en celo»; la tarde, «un inmenso globo rojizo cuya luz... encandilaba la pupila»; el horno, «la ingente bocaza de aquel gigantesco dragón»; las manos, «gaviotas heridas por tan súbito viaje»; la blanca espuma del mar, «sudario que cubrió sus cuerpos»; los bracitos, «espumas de ternura»; el amor, «arco iris de mil colores; la nieve, «blanca paloma que congela hasta el aliento». Todas ellas, en perfecto contraste con un léxico que se adapta a la realidad sensorial descrita como: menuda y vivaracha, chiquilla, alimaña, alma en pena, pintarrajeada, estar de buen ver, vino peleón, chatos de vino, trébedes..., y que refleja el argot y el lenguaje popular. El uso de comparaciones, series binarias y personificaciones se inspira en una naturaleza simbólica, cuyos elementos naturales conviven en plena simbiosis con el ser humano, mostrando su carácter afable u oscuro. 

Victoria Godoy Pérez, Licenciada en Filología Hispánica






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