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Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

miércoles, 25 de octubre de 2023

OTRO FRAGMENTO DEL PRÓLOGO DE “OJOS DE ZAFIRO Y OTROS RELATOS” DE ENCARNA GÓMEZ VALENZUEL

 


De esta forma continua Victoria Godoy el prólogo de mi libro, Ojos de zafiro y otros relatos: 

  Es necesario resaltar que la mayoría de las figuras que habitan estos relatos son mujeres con nombre propio o carecen del mismo, cosificadas en el mundo marginal de la prostitución; otras han sido estigmatizadas y tachadas de brujas. Todas, con cicatrices en el vendaval de la vida, como enseñas de su amor, pleno, frustrado y arrebatado, en la fugacidad de la insaciabilidad del tiempo por un destino aciago. Amor femenino que aparece descrito en su belleza con un lenguaje cargado de sensualidad y erotismo, que nos recuerda la herencia de la imaginería arábigo-andaluza o la del Modernismo, pero libre ya de eufemismos; ahora en una prosa directa, ágil y expresiva. De esta forma, el discurso narrativo se adueña de la palabra como arma para que sea posible ver, sentir y nombrar el cuerpo de la mujer, el deseo sexual y la fusión amorosa con expresiones literarias que se alejan del canon masculino en la búsqueda de una identidad propia que les ha sido arrebatada. Es el derecho a decidir sobre su cuerpo y sus vidas lo que está en juego, de ahí la especial relevancia que adquiere el tratamiento de la locura femenina y el suicidio. La autora se niega a colocar la locura como una consecuencia de la inestabilidad natural femenina, sino, al contrario, como opción personal, o fruto del determinismo social; y quienes la padecen no son locas sino enloquecidas avocadas al suicidio como protesta contra la asfixiante estructura moral que la sociedad imperante impone a la mujer (El naranjo), o como efecto de la angustia existencial del vacío  para acabar con el sufrimiento (El reflejo del agua), o como única salida a la violación sexual (La bodega maldita).  








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