Hoy despedimos a septiembre.
Este mes que trae el otoño, amarrado a su cintura,
plegado a su epidermis de uvas de moscatel,
está lleno de bondades, de sutilezas celestes,
de manzanas y de membrillos maduros,
de hortalizas arrancadas de las huertas de templanza,
de higos tiernos y de sonrisas amargas,
del mosto dulce de los lagares del alma,
del vino añejo de los labios del amor.
Haces de luz en la niebla.
Los diamantes de la lluvia
se deshacen en el aire.
Agua, siempre agua
para saciar los corazones
sedientos de amor y de besos,
para llenar los aljibes del pecho,
para limpiar el lodo del temporal,
para lavar los barrizales del alma.
Yo escucho
la canción del agua
en el lago azulado
de los sueños del viento,
la gota fugaz que borda
nardos en un mar de olas,
la espuma blanca que vibra,
en recónditas e ignotas playas.
Mi blog ha superado las 106.000 visitas. Estoy muy agradecida a todos los que, dejando sus tareas un ratito, se dedican a mirar las noticias que cuelgo. Ya pasó el verano; nos ha llegado el otoño. Este vino con lluvias, pero ya se han retirado. Parece anunciarse un otoño mas bien seco. Ojalá esto no sea cierto y llueva con abundancia, pero sin hacer daño. A ver si la Charca de nuestro pueblo vuelve a llenarse. Gracias por visitarme. Seguiré colgando noticias para informaros de lo que suceda a mi alrededor. Es una alegría para mí tener tantas visitas.
Acuarelas en mis manos,
tonalidades pastel,
para recalcar perfiles
o para trazar contornos
con difusas pinceladas
y satinar tu aureola.
con bellas escalinatas.
El agua va derramando
su manto de placidez,
en la Charca de mi pueblo,
más allá de su brillo diamantino.
Noches de luz y verbena,
a la orilla de la Charca.
Hoy Pegalajar no duerme,
vela su fiesta nocturna.
Encontrar una senda escarlata
en el agua que corre por tus venas
y en la savia dorada, la brecha
que emerge del interior de la tierra
y recorre las verdinegras veredas
del corazón anhelante.
Hoy, 21 de septiembre, ha entrado el otoño en el hemisferio norte. En Pegalajar, ha cambiado el tiempo. Ayer hacía calor y hoy ha refrescado bastante. Lo más importante es que nos ha visitado la lluvia con una preciosa tormenta, que no ha hecho ningún daño, y sí nos ha regalado algunos litros de agua, que le vienen muy bien al campo y a nuestro estado de ánimo. ¡Agua para regar los campos y para lavar las heridas del mundo!
Pueblo que llevo en el alma.
Estás tan dentro de mí
que vas latiendo, sereno,
en el pálpito de mi
pecho.
Honda y profunda huella.
Sangre y médula salvajes.
Presencia florida y
blanca.
La Feria del Libro de Madrid, en su 80 edición, va a comenzar en breve. Se guardarán todas las medidas impuestas para combatir la pandemia, y evitar los contagios. El día 17 del corriente, en el pabellón CaixaBank de actividades Culturales, de 12,30 a 13,30, presentaremos el libro: Madrid. Territorio Literario, escrito por varios autores. En el mismo he participado con un relato y un poema, ambos dedicados a la ciudad de Madrid. Estaré en la Feria del Libro, en la caseta 200, de Sial-Pigmalión, el viernes 17 de 6 a 7 de la tarde, y el sábado 18 y el domingo 19, de 6 a 8 de la tarde. Firmaré ejemplares del libro presentado el viernes y de mi novela Tiempo de vivir, y los dedicaré con mucho gusto. Atenderé a los amigos madrileños y foráneos que deseen visitarme, agradeciéndoles el detalle de hacerlo y festejando el encuentro con ellos. Os espero, con mucha ilusión. No faltéis. Gracias.
Azules, verdes, terrosos,
diáfanos, diluidos mansamente,
en las olas de los valles
de un ingente mar de tierra,
cubierto de olivos verdes
que, jubilosos relampaguean,
como espejismos silvestres.
Son un ampuloso estandarte
que da luz a todos mis sueños.
Bajo un cielo nacarado,
emerges altivo y regio,
rodeado de montañas,
de pinares y de huertas,
donde los agricultores,
de este pueblo maginense,
arrancaron a la tierra
los frutos de la esperanza,
las hortalizas del hambre,
y se dejaron la piel
en esas tierras fructíferas,
alimentadas del agua
de la Fuente de la Reja,
del sol, de las caricias del cielo
y del beso productivo y grácil
de todos los temporales.
El sol de este medio día
de primaveras sin sombras
caldea todas mis ilusiones
e, imperturbable, me atrapa
en la quietud de tu cielo
adornado de matices ambarinos
y plumajes de tonos carmesíes.
En la esencia
de las aguas de la Charca,
la ternura del abrazo cristalino
entre sus hilos de plata.
Ineludible aureola blanca
cuando se mira la luna
en el tranquilo sosiego del agua.
Al abrigo de la noche,
la Charca sueña bondades
y gime penas ocultas,
tristezas del corazón.
Luces blancas, plata y
nieve
se funden. Estrecho
abrazo,
en las farolas del
parque.
Charca majestuosa en la noche,
reflejando mil colores
en sus cristalinas aguas.
Eres el mar de mi pueblo,
la ilusión de todos los pegalajeños.
Espejo cristalino de mis amores,
diamante pulido en el cristal del agua.
Mirarse en tus claridades es descubrir
la ilusión del renacer de la vida,
vibrando en el contraluz sutil del tiempo
y latiendo en las profundidades del alma.
