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Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

viernes, 8 de diciembre de 2023

PRESENTACIÓN DEL LIBRO 101 RELATOS DE LA ENSEÑANZA

 



El pasado 1 de diciembre, en el Salón Sorolla del Ateneo Mercantil de la plaza del Ayuntamiento de Valencia, se presentó el libro 101 relatos de la enseñanza, en el que me ha cabido el gozo de participar con el relato denominado El maestro que salvó a Les Brown, basado en una historia verídica. En mi blog lo cuelgo para que podáis leerlo.

EL MAESTRO QUE SALVÓ A LES BROWN     Palabras 1.168

 El día en que nacieron Les Brown y su hermano gemelo Wesley, el 17 de febrero de 1945, el sol brilló de una forma especial. Era como si el astro rey hubiera querido iluminar todos los caminos de la vida de aquellos hijos de la miseria para que su luz alumbrara el mundo. Por otro lado, una rata vieja, con un bigote descomunal, corrió por debajo del humilde lecho donde yacía la parturienta, exhausta después de haber traído a los niños al mundo. El roedor acudió al olor de la sangre fresca. Con su terrible aparición pareció pronosticar que no todo iba a ser bueno en la vida de los chiquillos, sino que también habría penas y sufrimientos, lejanías y dolor. Si aquella alimaña hubiera podido comerse a uno de los nenes o a los dos, lo hubiera hecho, porque ambos nacieron en Liberty City, un barrio de Miami, en el piso de un edificio abandonado.

         El pequeño Les, en su infancia y adolescencia, conoció todas las caras de la miseria. Su vida estuvo plagada de sinsabores, de tristezas, de pobreza y de dificultades. También conoció el fracaso y la humillación, desde muy niño. Nunca reveló el paradero de sus padres biológicos, que no pudieron criar a los gemelos. Les, fue adoptado, cuando era muy joven, por Marmie Brown. En ese tiempo su hermano y él se distanciaron.

         Según se cuenta, en el colegio donde los gemelos cursaban los estudios primarios, Les fue etiquetado como, discapacitado mental educable. Ya en la escuela, sufrió discriminación, algo muy difícil de digerir por un niño de su edad. También padeció las burlas de sus compañeros y de las gentes de su entorno, hecho que horadó su corazón, pero que le hizo hacerse duro y aceptar su situación como algo que no podía eludir ni solventar. Este problema se hizo más palpable, cuando fue bajado de un nivel superior a otro inferior en su colegio. Con el propósito de que todo tuviera un matiz más turbio para él, su hermano gemelo era muy brillante intelectualmente, estaba dotado de una inteligencia superior. Hecho que evidenciaba mucho más su torpeza y parecía justificar la discriminación que hacían de él. Todos lo llamaban el gemelo tonto. Tantas veces se lo dijeron, que el niño acabó interiorizando esa lacra intelectual, y empezó a pasar de todo y a no tomarse interés por los contenidos académicos.

         Siendo Les un adolescente, uno de sus maestros, un hombre que amaba la profesión docente y que ponía sus ojos en el alumnado e indagaba en la problemática que cada cual tenía, estudió sus reacciones a fondo, y observó el desinterés que el chico mostraba hacia todo lo que le rodeaba y las causas que lo movían a actuar de ese modo. También conoció la baja autoestima que Les ostentaba. Descubrió que el niño tenía un concepto de sí mismo erróneo y la necesidad de que él, su maestro, debía ayudarle. Para impactarlo y demostrarle que estaba equivocado, un día lo llamó al encerado diciéndole:

         —Sal a resolver este problema, Les, y procura hacerlo bien.

         El muchacho se negó, alegando que él no podía salir a la pizarra, porque ignoraba cómo solucionar cualquier dilema.

         —Todos saben que soy un discapacitado mental —respondió—. Pregúnteles a mis compañeros.

         La risotada de toda la clase fue unánime y las burlas generalizadas. Pero a Les, que estaba acostumbrado a aquellas situaciones ridículas, apenas le hicieron mella, todo lo contrario, se sintió apoyado por sus colegas en sus razonamientos ante el profesor.  Sim embargo, el maestro, no prestó atención a las risas, que procuró acallar. Tampoco aceptó la postura de Les. Continuó animándolo con insistencia en su propósito inicial y lo exhortó con palabras estimulantes:

         —No vuelvas a decir eso nunca jamás, muchacho. La opinión de alguien sobre ti no tiene por qué convertirse en tu realidad personal, tienes que descubrirla por ti mismo, y luchar siempre por superarte día a día. No te puedes encerrar en esa pasividad y desinterés hacia todo lo que te rodea.

          Al joven, aquellas palabras lo cogieron desprevenido y le impactaron con la fuerza de un huracán. No pudo seguir oponiéndose. Con gran timidez, sin mirar a nadie y muy avergonzado, salió al encerado. Después de divagar un poco, planteó las operaciones pertinentes y resolvió el problema favorablemente. Los compañeros lo aplaudieron. El muchacho, ante aquella situación nueva e inesperada, comenzó a ostentar un sentimiento interno de satisfacción personal, de extrañeza y de miedo a lo que podía ser capaz de hacer. Tímidamente apareció la autoestima

         A partir de aquel día, cambiaron todas sus perspectivas y la opinión que tenía sobre sí mismo. Empezó un camino hacia la superación de obstáculos, que ya no abandonó nunca. Se interesó por todo lo que había a su alrededor, estudió con una fuerza nueva y distinta a la que había mostrado hasta aquel momento. Su querido maestro continuó animándolo y ayudándole siempre que acudía a él.

         Les no olvidó nunca a aquel docente que le abrió los ojos al mundo y a otra situación desconocida, que él no había vislumbrado jamás ni en sus mejores sueños, influido por las opiniones erróneas que los demás tenían sobre él. Tampoco olvidó las hermosas palabras que le hicieron despertar y salir de su gran error. El resto de su vida la pasó trabajando por mejorar su educación y los conocimientos que tenía sobre su entorno. Persiguió todos sus objetivos, sin regatear esfuerzos. Gracias a la maravillosa revelación de aquel maestro, Les ha sido famoso en todo el mundo por la importante frase, producto de sus descubrimientos. «Cada cual tiene la grandeza dentro de sí mismo» Esa grandeza es el interés por lo que nos rodea, por luchar por nuestros propios sueños, por no cejar ante ningún obstáculo, por querer llegar al centro de todas las cosas, por no conformarse con lo primero que se encuentre y por no ceder ante el miedo y la pereza.

Les Brown, motivado por aquel docente, amante de su trabajo y comprometido con sus discípulos, llegó a ser uno de los oradores motivacionales y líderes de pensamiento más importantes del mundo, en cuanto a la mejora de sí mismo y la fijación y seguimiento de objetivos.

         Descubrir los valores ocultos del alumnado debe ser uno de las finalidades prioritarias del profesorado. Para los buenos docentes no hay educando malo, sino que cada cual tiene su propia valía en su interior, sus habilidades, inclinaciones, virtudes, moralidad, escala de valores y en definitiva talentos que, con la ayuda de la familia de ese alumnado con problemas, el docente debe sacar a la luz.

         Esos talentos no pueden quedar ocultos en el interior del discente si no que, como se dice en la parábola del evangelio, hay que ponerlos en valor para que sean efectivos al discípulo y a la sociedad, que es la que siempre se beneficia o se perjudica del trabajo de sus líderes y en definitiva de los recursos humanos de todas las personas en cualquier ámbito de la vida.

ENCARNA GÓMEZ VALENZUELA   15-1-2023  http://trabajosdeencarna.blogspot.com

 

 

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