El pasado 1 de diciembre, en el Salón Sorolla del Ateneo Mercantil de la plaza del Ayuntamiento de Valencia, se presentó el libro 101 relatos de la enseñanza, en el que me ha cabido el gozo de participar con el relato denominado El maestro que salvó a Les Brown, basado en una historia verídica. En mi blog lo cuelgo para que podáis leerlo.
EL MAESTRO QUE SALVÓ A
LES BROWN Palabras 1.168
El día en que nacieron Les Brown y su hermano gemelo Wesley, el 17 de febrero de 1945, el sol brilló de una forma especial. Era como si el astro rey hubiera querido iluminar todos los caminos de la vida de aquellos hijos de la miseria para que su luz alumbrara el mundo. Por otro lado, una rata vieja, con un bigote descomunal, corrió por debajo del humilde lecho donde yacía la parturienta, exhausta después de haber traído a los niños al mundo. El roedor acudió al olor de la sangre fresca. Con su terrible aparición pareció pronosticar que no todo iba a ser bueno en la vida de los chiquillos, sino que también habría penas y sufrimientos, lejanías y dolor. Si aquella alimaña hubiera podido comerse a uno de los nenes o a los dos, lo hubiera hecho, porque ambos nacieron en Liberty City, un barrio de Miami, en el piso de un edificio abandonado.
El pequeño Les, en su infancia y
adolescencia, conoció todas las caras de la miseria. Su vida estuvo plagada de
sinsabores, de tristezas, de pobreza y de dificultades. También conoció el
fracaso y la humillación, desde muy niño. Nunca reveló el paradero de sus
padres biológicos, que no pudieron criar a los gemelos. Les, fue adoptado,
cuando era muy joven, por Marmie Brown. En ese tiempo su hermano y él se
distanciaron.
Según se cuenta, en el colegio donde
los gemelos cursaban los estudios primarios, Les fue etiquetado como,
discapacitado mental educable. Ya en la escuela, sufrió discriminación, algo
muy difícil de digerir por un niño de su edad. También padeció las burlas de
sus compañeros y de las gentes de su entorno, hecho que horadó su corazón, pero
que le hizo hacerse duro y aceptar su situación como algo que no podía eludir
ni solventar. Este problema se hizo más palpable, cuando fue bajado de un nivel
superior a otro inferior en su colegio. Con el propósito de que todo tuviera un
matiz más turbio para él, su hermano gemelo era muy brillante intelectualmente,
estaba dotado de una inteligencia superior. Hecho que evidenciaba mucho más su
torpeza y parecía justificar la discriminación que hacían de él. Todos lo
llamaban el gemelo tonto. Tantas veces se lo dijeron, que el niño acabó
interiorizando esa lacra intelectual, y empezó a pasar de todo y a no tomarse
interés por los contenidos académicos.
Siendo Les un adolescente, uno de sus
maestros, un hombre que amaba la profesión docente y que ponía sus ojos en el
alumnado e indagaba en la problemática que cada cual tenía, estudió sus
reacciones a fondo, y observó el desinterés que el chico mostraba hacia todo lo
que le rodeaba y las causas que lo movían a actuar de ese modo. También conoció
la baja autoestima que Les ostentaba. Descubrió que el niño tenía un concepto
de sí mismo erróneo y la necesidad de que él, su maestro, debía ayudarle. Para
impactarlo y demostrarle que estaba equivocado, un día lo llamó al encerado
diciéndole:
—Sal a resolver este problema, Les, y
procura hacerlo bien.
El muchacho se negó, alegando que él no
podía salir a la pizarra, porque ignoraba cómo solucionar cualquier dilema.
—Todos saben que soy un discapacitado
mental —respondió—. Pregúnteles a mis compañeros.
La risotada de toda la clase fue
unánime y las burlas generalizadas. Pero a Les, que estaba acostumbrado a
aquellas situaciones ridículas, apenas le hicieron mella, todo lo contrario, se
sintió apoyado por sus colegas en sus razonamientos ante el profesor. Sim embargo, el maestro, no prestó atención a
las risas, que procuró acallar. Tampoco aceptó la postura de Les. Continuó
animándolo con insistencia en su propósito inicial y lo exhortó con palabras
estimulantes:
—No vuelvas a decir eso nunca jamás,
muchacho. La opinión de alguien sobre ti no tiene por qué convertirse en tu
realidad personal, tienes que descubrirla por ti mismo, y luchar siempre por
superarte día a día. No te puedes encerrar en esa pasividad y desinterés hacia
todo lo que te rodea.
Al
joven, aquellas palabras lo cogieron desprevenido y le impactaron con la fuerza
de un huracán. No pudo seguir oponiéndose. Con gran timidez, sin mirar a nadie
y muy avergonzado, salió al encerado. Después de divagar un poco, planteó las
operaciones pertinentes y resolvió el problema favorablemente. Los compañeros
lo aplaudieron. El muchacho, ante aquella situación nueva e inesperada, comenzó
a ostentar un sentimiento interno de satisfacción personal, de extrañeza y de miedo
a lo que podía ser capaz de hacer. Tímidamente apareció la autoestima
A partir de aquel día, cambiaron todas
sus perspectivas y la opinión que tenía sobre sí mismo. Empezó un camino hacia
la superación de obstáculos, que ya no abandonó nunca. Se interesó por todo lo
que había a su alrededor, estudió con una fuerza nueva y distinta a la que
había mostrado hasta aquel momento. Su querido maestro continuó animándolo y
ayudándole siempre que acudía a él.
Les no olvidó nunca a aquel docente que
le abrió los ojos al mundo y a otra situación desconocida, que él no había
vislumbrado jamás ni en sus mejores sueños, influido por las opiniones erróneas
que los demás tenían sobre él. Tampoco olvidó las hermosas palabras que le
hicieron despertar y salir de su gran error. El resto de su vida la pasó
trabajando por mejorar su educación y los conocimientos que tenía sobre su
entorno. Persiguió todos sus objetivos, sin regatear esfuerzos. Gracias a la
maravillosa revelación de aquel maestro, Les ha sido famoso en todo el mundo
por la importante frase, producto de sus descubrimientos. «Cada cual tiene la
grandeza dentro de sí mismo» Esa grandeza es el interés por lo que nos rodea,
por luchar por nuestros propios sueños, por no cejar ante ningún obstáculo, por
querer llegar al centro de todas las cosas, por no conformarse con lo primero
que se encuentre y por no ceder ante el miedo y la pereza.
Les
Brown, motivado por aquel docente, amante de su trabajo y comprometido con sus
discípulos, llegó a ser uno de los oradores motivacionales y líderes de
pensamiento más importantes del mundo, en cuanto a la mejora de sí mismo y la
fijación y seguimiento de objetivos.
Descubrir los valores ocultos del
alumnado debe ser uno de las finalidades prioritarias del profesorado. Para los
buenos docentes no hay educando malo, sino que cada cual tiene su propia valía
en su interior, sus habilidades, inclinaciones, virtudes, moralidad, escala de
valores y en definitiva talentos que, con la ayuda de la familia de ese
alumnado con problemas, el docente debe sacar a la luz.
Esos talentos no pueden quedar ocultos
en el interior del discente si no que, como se dice en la parábola del
evangelio, hay que ponerlos en valor para que sean efectivos al discípulo y a
la sociedad, que es la que siempre se beneficia o se perjudica del trabajo de
sus líderes y en definitiva de los recursos humanos de todas las personas en
cualquier ámbito de la vida.
ENCARNA GÓMEZ VALENZUELA 15-1-2023 http://trabajosdeencarna.blogspot.com
Muy Interesante éste relato,
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