Ana María Matute ha muerto, a punto de cumplir los 89 años, con esa mirada de niña eterna que mantuvo hasta el final, tanto en su persona como en su literatura. La autora, como supimos hace poco, acababa de terminar una nueva novela, titulada Demonios familiares: se ha ido Ana María Matute trabajando hasta el final. Grande hasta el último momento, esta señora de la narrativa en español enamoraba a todo el que la trataba, aunque fuese un instante. Lo saben bien los que la conocieron, los que alguna vez se le acercaron para felicitarla, a los que firmó un libro, los que la escucharon en sus intervenciones públicas.
Ana María Matute es una de las autoras españolas más
importantes de la literatura contemporánea, galardonada con los premios más
importantes del panorama literario como el Cervantes, el Nacional de las
Letras, el Planeta o el Nadal.
Académica de la RAE, en el sillón K, Matute
destacó tanto en su narrativa sobre la posguerra española, con un estilo muy
personal con el que logra acercarnos a la realidad política y social de la
época con recursos propios de la literatura maravillosa (trilogía de Los
Mercaderes, Pequeño Teatro), como en su literatura infantil y juvenil,
campo en el que desarrolló alguna de sus mejores obras, como El polizón de
Ulises, Olvidado Rey Gudú o Aranmanoth, siendo reconocida con el
Premio Lazarillo o el Nacional de Literatura Infantil y Juvenil.
Matute comenzó su carrera literaria muy
joven, llegando a ser finalista del Nadal con sólo 24 años. Su producción ha
sido irregular en el tiempo, con grandes paréntesis de inactividad. No fue
especialmente prolífica, pero su obra se alargó por más de cincuenta años tanto
en novela como en relato, donde también brilló especialmente.
Traducida a más de 23 idiomas, Ana María Matute
fue una de las escritoras en español más internacional y resultó ser una
conferenciante habitual en universidades e instituciones educativas, tanto en
Europa como en América Latina y Estados Unidos.
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