El panorama del parque
de Pegalajar en obras es deprimente. Los jardines están desolados, los árboles,
sin hojas, su cielo, sin pájaros, su alma, sin vida y muchos montones de tierra por medio.
Desolación y soledad por doquier.
Eso es
lo que más duele de un parque que esté deshabitado, que no estén los niños jugando, gritando y
correteando por sus paseos. Afortunadamente, y como contrapunto, la Charca está
espléndida. En ella podemos consolarnos. Sus aguas son un espejo de luz, de
calma y de placidez.
¡¡¡Miradla qué bella está!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario