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Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

martes, 24 de mayo de 2022

ATARDECER SONROSADO

 


 Anochece lentamente,

entre nubes sonrosadas,

entre luces que te desgarran la médula,

entre haces encarnados de nostalgia,

que te atrapan en las olas jubilosas del amor.

 

La dulce brisa de mayo se iba enredando despacio

entre la seda de un verso, entre la luz de un poema,

entre la blonda ondulada de la ansiada cabellera,

y la luna renacía llena de paz y esperanza.

Las estrellas se asomaban por el borde de los cielos

para deshacer las sombras que nos traía la noche.

 

Dónde estabas esta tarde, amado mío,

dónde te hallabas, cuando la luz deslumbraba mis pupilas

con una linda paleta de jubilosos colores:

sonrosados, amatistas, encarnados, amarillos,

de melancolía y de calma.

 

Dónde estabas, cuando el viento se enredaba

entre las flores, incipientes de los árboles del parque,

en la savia que renace en nuestro pecho.

 

Dónde estabas, cuando la tarde languidecía,

entre suspiros amargos de soledad.

 

Dónde te hallabas. Yo no te vi

cuando estaba anocheciendo, cuando volaban

las nubes llenas de amor y de agua por el espacio infinito.

Cuando los niños corrían entre risas jubilosas.

 

Por qué no me respondías esta tarde,

cuando te estaba llamando con los latidos del alma.

En quién estabas pensando,

cuando mi alma vibraba entre los hilos del aire.

Por qué no me contestabas,

cuando la luz desbordaba los senderos de mi amor.

 

http://trabajosdeencarna.blogspot.com

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