Bellas hileras de olivas,
sobre las tierras rojizas
del caluroso verano.
Sedientas van soportando
los calores del estío,
con resignación estoica.
Abrasadas por ese sol agobiante,
piden a los cielos agua,
y a los vientos, la frescura
de abanicos gigantescos.
Geometría cuadrangular,
que se enfrenta a los fulgores,
de esa esfera que desprende
fuego por todos los lados.
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