Este es el artículo de mi autoría publicado en el periódico IDEAL SIERRA MÁGINA, para el mes de julio de 2022. Abajo lo cuelgo en letra grande para que podáis leerlo.
LA TIERRA ES NUESTRA
CASA, CUIDÉMOSLA
La contaminación se
adueña de nuestro mundo, que camina errante por las veredas del tiempo. El
planeta Tierra está en lo alto del cielo, danzando al ritmo ancestral de las
olas del ocaso. Pide compasión al sol, a la luna, a las estrellas, a los
luceros y al resto de los planetas.
A los humanos, nos lanza quejas
y lastimosas miradas. El universo se abrió, un día lejano en el tiempo, para
dar paso a la vida, para acunar la esperanza, siempre franca, a nuevos
amaneceres, a una vida respetuosa, con todo lo que nos rodea, la cual, los
seres humanos, insensibles al desastre, nos proponemos destruir y damos con
ella al traste, sin advertir ni pensar que la Tierra es nuestra casa. Es el
lugar que nos ha dado cobijo, que nos alberga y nos depara el alimento. Es
nuestro refugio diario.
La contaminación avanza,
a pasos agigantados. Mientras tanto, la Tierra se agita pidiéndonos compasión. Quiere
que frenemos el consumo abusivo, que reciclemos al máximo, que seleccionemos
los residuos, que abandonemos el uso de los plásticos, que seamos respetuosos
con el entorno. El aire se llena de humos y enmudece su latido. El CO2 se
entremete por las rendijas de la garganta. Los mares reciben aluviones de
basura, de residuos, y los peces se enredan entre los plásticos del fondo.
Los bosques milenarios
arden, se incendian sin compasión. Y los pulmones de la Tierra, se talan y se
destruyen. ¿De dónde nos llegará entonces el oxígeno? Este es un producto que
no se puede comprar. Solo tenemos que ser respetuosos con el entorno y cuidar
los árboles y los bosques, y ellos, generosos, nos lo regalarán. La ganadería
invasiva no deja de lanzar miserias a los ríos, a los arroyos, a los mares y al
corazón del planeta. Todo lo intensivo es perjudicial y destruye lo expansivo.
La Tierra llora la herida
que le hacemos los humanos a diario. El aire gime el llanto agrio de tanta
calefacción alta, de tanto tubo de escape, de tan hosca polución. Destruimos el
planeta, buscando comodidad. En invierno, en los hogares, ponemos temperaturas
de estío. Y, en verano, los aires bien elevados, para no pasar calor. Algunos,
incluso, han de ponerse rebeca, para combatir la frescura del salón, por el
aire artificial.
Gime la Tierra por la
contaminación lumínica. Llora la ausencia de las lluvias, la sequía del olivar.
Claro efecto de calentamiento global que sufre nuestro planeta. Los Polos se descongelan, y los mares elevan
su inundación. Los glaciares y los océanos helados se derriten y se funden.
La Tierra padece el
deterioro infringido por los humanos, por no respetar las flores, ni los mares,
ni los vientos, por la avaricia de tanta comodidad, de poseer lo mejor, por no
conservar el mundo limpio y sano de polución.
¿Verán las nuevas
generaciones la belleza de la Tierra? ¿Podrán vivir en el mundo sin carencias
ni miserias? ¿Cómo será el firmamento
cuando la Tierra sucumba, herida por esa llaga profunda que es la contaminación?
Cuidemos nuestro planeta
porque es la casa en donde vivimos.
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