Con cuánta ilusión hemos
preparado, Juan y yo los juguetes para nuestra nieta. Los hemos sacado del baúl
de los recuerdos, los hemos fregado, le hemos quitado los vestiditos a las
muñecas para lavarlos, coserlos y adecentarlos. Ella ha disfrutado muchísimo viendo los juguetes y tocándolos, lo peor es que está en esa edad en
que todas las experiencias han de pasar
por la boca y lo chupa todo. Hay que tener muchísimo cuidado con ese chupeteo.
La pequeña es un primor,
no nos ha extrañado en absoluto. Nadas más llegar, nos sonreía, nos acogía como
personas cercanas y nos tendía sus bracito para que la cogiéramos. Ha sido como
si nos conociera desde siempre. Qué encanto de niña.
A los adultos todo se
nos antoja poco para nuestros niños.
Pero a veces, cuando la ocasión lo exija, tendremos que ponerle límites para que ellos entiendan que cuesta
conseguir los objetos materiales que tenemos alrededor y que nada es gratuito.
Apostemos fuerte por la educación de nuestra población infantil.
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