Que no se borren nunca
tus pisadas en la arena, en la opacidad de las
ovas.
Que tus huellas en la playa
sean voz y palmera,
fértil llovizna de perlas
sobre el asfalto de tu piel,
dulce jardín de gardenias,
paraíso de añoranza
donde las sirenas vengan a
cantar
sus melodías de
amor.
Que con sangre y médula
crezca la mar en tu pecho
donde no puede florecer el
lirio, ni el jacinto,
donde la rosa teje un manto
de indiferencia
para cubrir con pétalos
escarlata
los ojos que no
conocen el mar.
Fueras tú, mar, como nevada
caricia navegando a cielo abierto
por las soleadas marismas de
los jardines del alma.
Que no se extinga nunca la
llama que arde
dentro del agua. Que la
imagen virtual
de los cementerios marinos
no secuestre
tu corazón hacia las
profundidades
de esqueletos sumergidos en
la ebriedad
de los corales en flor para
que jamás detestes
la fuerza vital
de sus marejadas.
Tu belleza será entonces un
aluvión de jazmines.
Que tus vuelos sean siempre
delirio de altos pájaros.
ESTE POEMA ESTÁ PUBLICADO EN LA II ANTOLOGÍA DE POETAS DE AHORA. PÁG. 123. ALGECIRAS 2014
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