Hoy me siento nostálgica y quiero evocar los rincones de mi colegio. Para mí todos, por humildes que sean, están llenos de gracia y de encanto. Muchos recuerdos y experiencias me ligan al cole, todos ellos positivos, saturados de vida y primor. No en vano llegué a mi pueblo llena de ilusiones y deseos de trabajar con mis pequeños paisanos. Vine con el ánimo de practicar la docencia a pleno pulmón, de sacar del alumnado todas sus potencialidades, de hacer de ellos unos niños con ilusiones a la hora de abordar la educación y las materias del currículum.
Muchas veces he quedado sorprendida al ver lo bien que el alumnado asimilaba mis enseñanzas, de lo
bien que respondían a mis estímulos. Y
es que en las tareas en las que se pone el corazón y el alma, a la fuerza
tienen que germinar y dar el ciento por
uno. El amor y el interés y la plena entrega
en nuestros propios quehaceres, son el motor que mueve el mundo. Ánimo compañeros docentes, la infancia es un
papel en blanco donde tenemos que escribir, con nuestra propia sangre y médula el sentido de la vida.
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