Juan Risueño es un poeta muy prolífico e inagotable y sus
versos son bellos, humanos, emotivos y sensibles. Arrullan el alma con su
cálido aliento. Con ellos vibra el corazón del poeta, brillando en su amor a la
poesía, al olivo y a la rosa (que significan lo bello, hermoso, lo natural y
sencillo que tenemos en la vida).
También en sus poemas se vive el
deslumbramiento de la luz, el latido del alma, el sosiego y la paz interior que
él posee y sabe transmitir al lector. Su ingente creatividad da vistas a lo
sencillo a lo cotidiano, a lo necesario y útil y nos desvela su humilde belleza
emergiendo del campo, de la naturaleza. Lo bucólico del paisaje de nuestra
tierra surge como una fontana de hermosura y de calma. Utiliza bellas metáforas
y figuras retóricas: olas de pan, mar de trigo, instantes y lágrimas de sangre, mar de sensaciones y muchas más. Todo el manual es una hermosa
metáfora, una alegoría.
Tierra y verso se confunden con un verdor infinito del
follaje, de la vida, del amor al olivo y a la rosa que se trasmuta en
sensualidad y amor humano hacia la mujer, hacia su amada. Olivos y corazón marcan pulsos a la distancia.
La rosa arranca la piedra y el olivo es lecho para vivir y morir en él y por
él. El poeta se queda mudo ante la plenitud del paisaje y al ver la inmensidad
del fruto se le derraman los ojos y se llenan de luces y de regocijo. Un compás
de espera teje el poeta al pie de la atalaya del olivo, de la rosa, de la
mujer, de su cuerpo sensual y de su sangre vigorosa y pertinaz. Desnudando a la
rosa, desnuda a la mujer y vive y bebe su cuerpo, su alma, su corazón para
dibujar en su piel bellos instantes de sangre y de vida, porque esta le pide
caricias al hombre con voz tímida y frágil. Que no te anegue jamás el vacío,
querido poeta.
En algunos poemas se refleja la soledad del individuo en
medio de la gente. Fallan las comunicaciones, el contacto personal que tanto
bien nos hace y las luces de la
humanidad. Según el poeta la constancia es algo imprescindible en el amor. No
hay paz hasta que la paciencia y el sacrificio de la persona
liman la acritud del entorno, de la rosa, del olivo y la mujer y, en
definitiva, de la vida. Pero estos entes
poderosos y vitales causan también una gran dosis de amargura al poeta, que
además, como todos los que sentimos esta tierra, se cansa de esperar la lluvia.
Todo cambia, pero nunca la sed del poeta de contemplarlo todo con ojos
infantiles y humildes. El azul de los ojos de la vida resume todo lo que mira
el poeta, ilumina los días intempestivos porque el invierno es cada vez más
cruel en la distancia de las cosas. En ese azul de vida se inspira el poeta, que
soslaya las espinas de la niebla para evitar que caiga la noche en su punto
final, para evitar perderse en los grises del alma, en cuyos ojos se vislumbra
el cansancio de los náufragos. Él camina hacia la rosa, hacia su fruto diario Y
afirma con rotundidad que el corazón del pobre no es de piedra, nunca lo ha
sido. Es de sentimientos y anhelos de proyectos y de sangre. Para él todo lo más hermoso es primitivo. Así
es entrañable poeta.
Además del verso
libre, blanco en su cálida hermosura, el poeta demuestra su buen hacer en las piezas clásicas y nos ofrece sus 51
sonetos y medio en los que se encuentra el verso endecasílabo y el alejandrino.
Usa cuartetos y serventesios, une los tercetos con su propio estilo y usa la
rima en consonante, como corresponde a las piezas clásicas y en asonante, a su
propio gusto y hasta se atreve a escribir y mostrarnos medio soneto, empezando
con 14 sílabas y acabando con una, que para cuadrar pone 1.
Ante tus poemas hay que quitarse el sombrero. Enhorabuena
poeta. No des descanso a tu pluma. No la dejes caminar si no es a través de tu
poesía, que derrama belleza por doquier. No dejéis de leer este libro, es
hermoso y bello y derrama emoción por
doquier.
Me encanta Encarna que este libro te haya arrancado esas sensaciones. Creo que de lo que he publicado es el que me ha dejado una mayor paz interior, como algo que ya debía tener sus propias alas. Un beso
ResponderEliminarBella descripción de un poeta bailenense, de Baécula para más señas, que pone de manifiesto la buena cosecha de su obra poética. Encarna ha sabido retratarlo con visión cuasi poética y ha sabido encontrar los tesoros que esconde su manantial inagotable de poesía. Juan Risueño Lorente, un referente obligado en la poesía actual, clásica y libre.
ResponderEliminarMe alegra mucho que os haya gustado mi reseña. Las bellas palabras que la componen las bebí de los diversos poemas de este precioso libro que rezuma sentimiento, hermosura y paz interior. Gracias Juan por haber plasmado en este libro lo que sientes ante la naturaleza y la vida y por habernos dejado beber de sus dulces aguas.
EliminarA ver si leéis mi libro y me contáis lo que os parece. Un abrazo.
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