Este es el
artículo periodístico de opinión, de mi autoría, que ha salido en el periódico
de junio.Está en la última página del mismo. Es una colaboración
desinteresada en el periódico IDEAL SIERRA MÁGINA. A ver si os gusta. Lo pongo abajo en letra grande para que resulte más fácil su lectura.
LA CRISIS DEL COVID-19. DESIGUALDADES ENTRE LOS SERES HUMANOS
En todas las crisis
económicas, sanitarias, sociales o humanitarias: pandemias, contiendas, catástrofes meteorológicas, atentados terroristas y en todas las tragedias
que suceden en el mundo, se evidencian las terribles desigualdades económicas
entre los seres humanos. Las clases
altas siempre tienen ventaja en cualquier situación problemática. “El dinero
busca al dinero” o “El capital refuerza al capital”. Malditos refranes que
suelen ser ciertos.
Sirva de ejemplo la
crisis económica del 2008, denominada “Crisis del ladrillo” tan cercana en el calendario.
Desde ese tiempo cruel, se han acentuado las diferencias entre ambas clases
sociales, entre pobres y ricos. Por el hundimiento de la economía, los despidos
en masa del trabajo, dado su abaratamiento, el cierre de las empresas y los
ERES, hubo muchas familias arruinadas, que no podían continuar pagando las
hipotecas y que tampoco podían vivir por la escasez de recursos o por la total
ausencia de ingresos.
Centrémonos ahora en la
pandemia del COVID-19. Los de arriba, los poderosos, los magnates y las élites
tienen mejor tratamiento que las clases bajas. Estos individuos pueden acceder
a la sanidad privada y, con su solvencia económica y su dinero, lo consiguen
todo. Por eso abogamos por una sanidad pública, bien dotada de medios, personal
competente, materiales adecuados y tecnología de última generación sin dejar a
un lado la investigación en todos los ámbitos de la sanidad.
El Gobierno debe aumentar el gasto público en salud y dotarlo de más
recursos, así como asegurar el acceso universal a los medicamentos y vacunas del
COVID-19, que se están investigando. Solo así podremos tener un sistema de
salud sólido, estable e igualitario que cubra las necesidades de todas las
personas.
Desgraciadamente,
este año, por causa de esta pandemia, todos estamos recluidos en casa. Pero no
debe pesarnos. Así hemos conseguido que el coronavirus no se propague tanto. De
no haber estado confinados, los resultados hubieran sido mucho peores.
Hemos convertido
nuestros balcones en patios de butacas para asomarnos a contemplar el paisaje,
para escuchar los conciertos musicales que dan algunos músicos, para aplaudir a los que lo están dando todo en
esta crisis sanitaria y para hablar con los vecinos y con los amigos.
Durante nuestra
reclusión, el paisaje, los valles, las montañas, las selvas, las sabanas se
están recuperando del perjuicio que les causábamos a diario los seres humanos.
Los destrozos infringidos al medio ambiente se están reparando, en parte. Mejora la flora y la fauna ha ampliado su
entorno. Los animales salvajes se acercan, en ocasiones, a buscar comida a los
ámbitos rurales o urbanísticos.
Fijémonos en la perversidad
del coronavirus: ataca a traición. Un solo contagiado en China ha transmitido
la enfermedad a medio mundo. Deseamos creer que todo ha sucedido
inconscientemente. No queremos entrar en la polémica de guerra bacteriológica.
Por eso hemos de ser muy cautos y aunque salgamos, debemos seguir manteniendo
las medidas de seguridad recomendadas. El virus está atacando a toda la
humanidad, ha paralizado la economía mundial, ha cancelado vuelos, ha cerrado
fronteras. Necesitamos actuar todos unidos, codo con codo, para salir de esta y
poder retomar nuestro ritmo de vida.
Ya se están
dando pasos hacia el desconfinamiento en fases. Si la primera fase se supera
sin que crezcan los contagios, pasaremos a la siguiente y así sucesivamente. Esperamos
no tener que dar marcha atrás, porque, en algunas ciudades, salen a la calle
muchas personas a la vez y no se guarda la distancia de seguridad, se forman,
grupos y algunos no llevan mascarilla, que no solo protege al portador, sino
también, a los demás. Hasta que no se determine la inmunidad de grupo (60-70 %
de personal inmune al COVID-19) o tengamos la vacuna, las salidas, sin las
medidas aconsejadas, pueden traernos contagios y extensión del coronavirus.
Seamos prudentes o tendremos que lamentarlo.
La crisis
económica que sufriremos, en el terreno laboral, por causa del COVID-19 va a
ser muy grande. La mayoría de las empresas han tenido que cerrar para evitar la
propagación del virus, se han hecho ERTES, que algunos obreros, necesitando ese
desahogo económico, aún no han cobrado.
Ahora, cuando los contagiados y las muertes por causa de la epidemia
están disminuyendo, se ha empezado a abrir las fábricas y las empresas, pero
las predicciones son nefastas en este sentido, porque se han destruido muchos
puestos de trabajo. Poner las empresas en marcha y propiciar las ventas va a
costar mucho. Será necesario aunar esfuerzos en este sentido. Se
está hablando ya de aumentar el consumo de productos españoles. Es una buena
iniciativa.
Los hoteles, los
restaurantes, los pub y los bares de copas y otras empresas lo van a tener muy
difícil, porque, al principio, tendrán que trabajar solo con una parte de la
clientela y, todo eso, después de haber hecho una inversión instalando medidas
de seguridad para proteger al público y al personal laboral. Hay que tener en
cuenta que algunos gestores de estos negocios tienen el local en alquiler y han
de hacer frente a ese pago.
Se dice que la crisis
económica del COVID-19 provocará un aumento en los créditos impagados, lo que
bajará los beneficios de la banca y los créditos se verán afectados. Según el
Banco de España, en esta crisis, los bancos cuentan con mayor nivel de
solvencia que en otras crisis. Esto debería permitirles asumir el riesgo. En
esta crisis, vamos a perder todos. Como
siempre, serán las clases pobres las que asuman los mayores costes.
Aunque nos pese, debemos
acostumbrarnos a batallar con las epidemias, que nos han asolado a lo largo de
la historia y nos seguirá asolando en el futuro. Esta pandemia es fruto de la
globalización. Tenemos que buscar un equilibrio para suplir las carencias y las
miserias que nos acarree.
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