Tras la conquista
cristiana de Pegalajar en 1244, una de las primeras medidas que debieron ser
adoptadas por los cristianos sería la consagración de la mezquita en iglesia,
tal como ocurría en el resto de las poblaciones conquistas, lo que suele
reflejarse en algunas crónicas cuando se trata de ciudades más pobladas, como
es el caso de Jaén, donde las crónicas destacan el triunfo de la cruz llevada
en procesión a la principal mezquita que el obispo de Córdoba don Gutierre purificó
y consagró a María Santísima, con todo un protocolo perfectamente estructurado,
como también ocurrió en Sevilla donde la mezquita se purificó y consagró en
iglesia y luego en catedral; tal y como ya había ocurrido anteriormente en
otras etapas de “reconquista” cristiana, como en Toledo y otras ciudades de
Castilla y Aragón. Aún hoy día, la Iglesia de la Santa Cruz mantiene una impronta
medieval, especialmente en su orientación, que recuerda la existencia
precedente de una mezquita. En este aspecto, los cristianos del siglo XIII
adoptaron el mismo criterio en casi todas las mezquitas consagradas en
iglesias. La quibla, o muro de orientación Sureste, hacia la Meca, al que
dirigían sus rezos los musulmanes solía quedar en las nuevas iglesias a la
derecha del altar mayor (visto de frente), en un lugar donde se suele ubicar la
sacristía. Las posteriores reformas que se hicieron en la iglesia de la Santa
Cruz a partir del siglo XVI mantuvieron esta orientación pese al crecimiento
del edificio en superficie y volumen. Además de la orientación, han perdurado
en la iglesia de la Santa Cruz otros rasgos que recuerda a las antiguas
mezquitas, como la antigua advocación a Santiago Matamoros, muy presente en la
frontera cristiana medieval, que se plasmó en la antigua cofradía del Señor
Santiago y también en manifestaciones artísticas como la miniatura principal de
la carta de privilegio de independencia jurídica de Pegalajar otorgada por
Felipe II en 1559.
La advocación a la Santa Cruz en la Iglesia
Parroquial de Pegalajar tiene también un origen medieval en relación con la
frontera. El símbolo de la cruz fue la seña de identidad del lado cristiano de
esta frontera, yendo más allá del mero significado religioso, para estar
omnipresente en todos los aspectos de la vida también en los siglos sucesivos.
La iglesia parroquial de
la Santa Cruz de Pegalajar está muy ligada a la historia de la población. Está
ubicada en el antiguo Recinto del Castillo, cerca del Alcázar. Un castillo de
origen musulmán, que surgió entre los siglos XI y XII, cuando a partir de las
primeras incursiones cristianas por la zona y las guerras entre los reinos de
taifas, la población abandonó la más insegura fortaleza natural de la Peña de
la Buitres, probablemente la antigua al-Jafr, para refugiarse en la cercana de
Pegalajar (Pega alJafr), como el topónimo indica. Este era un castillo mucho
más seguro, sobre una peña que domina la vega regada con las aguas de la Fuente
de la Reja, tradicional sustento económico de la población. En este lugar pudo
existir también otra primitiva construcción de tipo defensivo, que serviría de
base para la nueva. En los restos que aún quedan, se pueden apreciar dos
fortificaciones distintas en el tiempo. Una primitiva, constituida por un
recinto interior amurallado, que comprendía la mayor parte de la actual calle
de la Villa, con dos puertas de entrada. La primera, situada al Norte, flanqueada
por dos torreones de base circular; y la segunda, al Sur, defendida por dos
torreones de base rectangular. Otro torreón (torre del homenaje), también de
base rectangular, más alto y fuerte que los anteriores, que hoy es el
campanario de la Iglesia, formaba parte del Alcázar. El Recinto servía de
ampliación a la primitiva fortificación. Esta muralla se extendía desde la zona
Sur-Oeste del primer recinto, donde bajaba en dirección a la calle Carnicería;
aquí existía una puerta de entrada que actualmente se conserva en buen estado y
es el conocido Arco de la Encarnación; continuaba hacia el Este, siguiendo la
dirección de la calle Carnicería y dejando en su interior la calle Arco de la
Villa, hasta la calle Carril, donde se cerraba con el muro de la primitiva
fortificación. Por la zona Norte, la nueva muralla se extendía por encima de la
calle Carril Alto, abarcaba dentro de sí el recinto de la actual Iglesia, lonja
y parte de la calle Peñuelas, cerrándose al Sur, unos metros por arriba del
Arco de la Encarnación. En el verano de 1225 los cristianos tomaron por primera
vez este castillo. Fernando III entró en el territorio jiennense almohade
durante su segunda campaña. Después de sitiar Jaén pasó a la vega granadina y
en el retorno asoló varias fortalezas, entre ellas la de Pegalfaxali. Años
después, Fernando III tomó de nuevo Pegalhaiar durante el invierno de 1244. Al
año siguiente, en 1245, Fernando III puso sitio a Jaén y en marzo de 1246 la
ciudad fue entregada por el rey de Granada reconociendo la posesión de
Castilla, junto los castillos y fortalezas que la rodeaban, entre ellas la de
Pegalajar.
Los cristianos fortificaron el castillo de
Pegalajar de tal forma que no volvió a ser tomado por los musulmanes en ninguno
de los cercos a que fue sometido. En la puerta meridional del Castillo, sobre
un arco apuntado hay una lápida conmemorativa referente a las obras de reforma
realizadas, probablemente en la primera mitad del siglo XV. La presencia de
torreones circulares flanqueando la puerta Norte, más fuertes frente a la
artillería, parecen ser obras posteriores cristianas, así como el muro exterior
del recinto. En la parte más alta de la peña aún se conserva un antiguo aljibe,
ya citado en la crónica del Condestable Iranzo, fundamental para soportar los
largos asedios. A los pies del castillo se ubicaba el Arrabal, lugar también
cercado, pero de débil fortificación, que en alguna ocasión fue entrado y
asolado por los musulmanes, como en 1470, o cercado por los mismos cristianos
en sus luchas internas. Desde su conquista a los musulmanes, la iglesia
Parroquial ha mantenido su advocación a la Santa Cruz y su misma ubicación, en
el Recinto del Castillo, junto al Alcázar. La Sacristía es la parte más
antigua, aunque se realizó obra nueva hace unos años, sobre todo en cubierta y
entresuelos. Posiblemente en su construcción actual algunos de sus anchos muros
formaron parte de la primitiva Iglesia, que se arruinó, y la anterior mezquita.
La distribución de los fieles en los oficios se realizaba de modo semejante a
como se recoge en las constituciones sinodales del obispado de Jaén, que
establece una distribución separada de sexos, incluso en las procesiones, donde
debían ir tras los hombres. En los sínodos de 1492 y 1511 se prohíbe que las
mujeres entren o se asienten entre los hombres, tenían establecido su ubicación
y se les prohibía expresamente subir a las gradas de los altares o a los coros
durante los oficios, con algunas excepciones, como la festividad de Todos los
Santos, los entierros o las bodas. También se prohibía la presencia de las
mujeres en las iglesias de noche, con la pena de excomunión. El suelo
tradicional de la iglesia era de esteras de esparto, bajo ellas estaba la
tierra que periódicamente era levantada para realizar enterramientos, tanto
dentro como en los alrededores de la iglesia. La ubicación de la iglesia en la
peña del castillo y dentro de su recinto permitía un microclima propicio para
la momificación de los cadáveres, pues cuando se realizaban obras en la iglesia
y se exhumaban algunos de ellos, los restos estaban bien conservados “debido a
la mucha frescura y ninguna humedad”, como se hace constar a principios del
siglo XIX en el diccionario de Sebastián Miñano.
La actual iglesia, más amplia, comenzó a construirse
a partir de la década de 1580, obra de Alonso Barba, discípulo de Andrés de
Vandelvira. Según Galera Andreu, se configura como un templo muy compacto, con
pocos huecos alojados en muros densos y macizos. El interior responde al de
iglesia de cajón, con planta rectangular de una sola nave, con presbiterio o
capilla mayor destacada y enlazados ambos espacios por un tramo más amplio que
los de la nave, a modo de incipiente crucero. La nave se compartimenta en
cuatro tramos separados por fuertes estribos, de igual grosor que los muros
circundantes y que alojan en su interior capillas hornacinas. En los pies se
levanta el coro sobre un arco carpanel. El abovedamiento es de cañón rebajado,
con falsos lunetos y bóveda de media naranja en el crucero incipiente. La
fachada principal se resuelve mediante un esquema vertical de portada, nicho y
ventanal del coro. La portada lo hace atendiendo a un arco de medio punto con la
línea de imposta resaltada y apoyado directamente sobre el muro; se corona con
entablamento liso, al igual que las enjutas, abriéndose sobre la cornisa un
nicho para albergar la imagen titular. En el entablamento figura una epigrafía
con la leyenda alusiva a la dedicación del templo: TOTA PULCHRA EST AMICA MEA
CANTICORUM.
El nicho venerado sobre
la cornisa está flanqueado por pilastras jónicas y rematado con entablamento.
El conjunto se completa con un frontón triangular sobre el que se alzan tres
pináculos y con sendas volutas laterales rematadas también por los oportunos
pináculos. La portada lateral, abierta a la calle Trascastillo por una
escalinata, debió de hacer las veces de principal, pues tiene más
monumentalidad, aunque escasos elementos decorativos, rozando el estilo
herreriano. Presenta un arco sobre impostas con dos pilastras toscanas a los
lados. El entablamento es liso, cerrándose con un frontón roto en su vértice
para colocar un escudo con la Santa Cruz, advocación titular de la Iglesia, coronado
por un pináculo. Para P. Galera "su planitud y austeridad expresiva,
aunque con un sabio empleo de las proporciones, hacen de ella un logro
arquitectónico mayor que su compañera, a la sombra de la magna portada trazada
por Villalpando para la Central de Baeza, y una afloración del manierismo
viñolesco en esta zona". En el interior destaca en gran retablo mayor,
obra del siglo XVIII, que ocupa todo el testero de la Iglesia. del que sólo el
ático es original, de estilo barroco, realizado en madera, fue destruido en su
parte inferior y sólo queda el ático original. Es un retablo FICHA DIAGNÓSTICO
de planta rectangular y disposición arquitectónica, con un sólo piso y ático.
Verticalmente se definen tres calles y dos entrecalles en los extremos,
divididas por estípites geométricos de orden colosal sobre pedestales con fina
decoración vegetal a modo de guirnalda en relieve, que se extiende a las calles
laterales y a las entrecalles. En la nave del Evangelio se ubican las capillas
de la Virgen de los Dolores, el Altar de Santiago, el del Cristo de la Columna
y el del Santo Entierro; y en la nave de la Epístola, la capilla de la
Inmaculada y las que ubican las imágenes de la Virgen del Carmen, Virgen de
Fátima y de Santa Rita, San Gregorio, San Francisco de Asís, San Isidro y San
Antón. Galera Andreu, Pedro A. Arquitectura y arquitectos en Jaén a fines del
siglo XVI. La torre del Alcázar, que sirve de actual campanario, fue cubierta
por Luis Barba, sobrino de Alonso Barba, con un cuerpo de campanas. Está separado
del resto de la Iglesia, pero por su inmediatez fue incorporado a la misma pese
a estar unido al resto de muralla. En la torre se distinguen diversas fases de
construcción atendiendo al tipo diferente de piedra empleado, con algunas
aspilleras que denotan su antigua función militar. El cuerpo de campanas que
corona la torre está construido con el mismo tipo de piedra toba que la
Iglesia, diferente del resto de la torre. posiblemente fue utilizada FICHA
DIAGNÓSTICO también como campanario de la primitiva iglesia, además de campana
del concejo; pues el tañer de la campana tenía diversa comunicación, un
lenguaje entre el que se encontraba un toque, ya perdido, como era el de
"rebato". Se aplicaba esta llamada convocando a los vecinos con el
fin de defenderse ante la entrada en territorio cristiano de los musulmanes
granadinos. La crónica del Condestable Miguel Lucas de Iranzo recoge en algunos
pasajes este tipo de llamada. Galera Andreu, Pedro A. Arquitectura y
arquitectos en Jaén a fines del siglo XVI.
El edificio de la Iglesia
ejercía también otra función distinta a la religiosa. Era el lugar de reunión
en asamblea de los vecinos, tanto para nombrar a los oficiales del concejo como
tratar cuestiones de interés general para el gobierno de la villa. En la Iglesia
se nombró el primer ayuntamiento independiente de Pegalajar, en junio de 1559,
nombrando a los alcaldes ordinarios Alonso Rodríguez Talavera y Juan Gómez de
Herrera, regidores, alguacil mayor y alcaldes de hermandad. En ella, en
asamblea vecinal, también se decidió unos meses antes solicitar al Rey la
independencia jurídica de la ciudad de Jaén, así como otras cuestiones de
interés público en época de frontera. La iglesia de la Santa Cruz de Pegalajar
es la única de la provincia en la que elementos musulmanes de la antigua
mezquita, cristianos de la posterior construcción, y militares de la torre
campanario, forman un conjunto arquitectónico singular, reflejo de una historia
bajomedieval de frontera que tiene una clara expresión en muchas manifestaciones:
huertas, molinos, leyendas, castillos, tradiciones.
La Iglesia de Santa Cruz es una de las más
señeras manifestaciones del rico y singular patrimonio cultural que atesora
Pegalajar, por ello está incluida en el Catálogo General del Patrimonio
Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural. Estructura: Muros amplios de sillería
en el conjunto del templo, recubiertos en el interior con argamasa de cal y
arena. Material: sobre una base de piedra caliza, utiliza tosca extraída de las
canteras de la población, la misma que se usaba en las hormas de huerta y en
las casas. Torre campanario, sillería de piedra caliza de diferentes calidades,
culminada como un cuerpo de campanas de tosca y ladrillo en los huecos de las
ventanas, añadido hace unos años en las obras de rehabilitación del cuerpo de
campanas, que abolieron la secular espadaña que figura en la fotografía de
principios del siglo XX que se adjunta. Cerramiento: Constituidos por la
estructura portante vertical.
Cubierta: Inclinada, en
forma de artesa invertida, de teja árabe. Utiliza como base las vigas de madera
sobre las que se coloca el cañizo y una capa de yeso sobre la que van las
tejas. Sólo las tejas de los extremos van unidas con mortero de cal. Sobre el
tejado hay varias buhardillas para acceder al mismo. Solería: Baldosa
hidráulica, La iglesia fue embaldosa a principios del siglo XX. Patología: El
abandono que ha tenido en las últimas décadas la Iglesia de la Santa Cruz ha
motivado un paulatino deterioro de la cubierta, con numerosas filtraciones de
que han obligado al cierre de la Iglesia. También la instalación eléctrica,
realizada hace varias décadas, presenta serias deficiencias, así como la
imposibilidad de utilización de calefactores. Últimamente, a finales del siglo
XX y[EGV1] principios de XXI han sido reparadas
esas deficiencias y la Iglesia Parroquial de Pegalajar luce esplendores
Importancia de bienes
muebles: Gran parte de estos bienes fueron destruidos durante la Guerra Civil
de 1936-1939. Algunas imágenes se salvaron, tales son las de María Magdalena y
San Pedro, que ocupan el ático del Altar Mayor, donde no llegó el fuego, o la
del Señor de la Columna. En las labores de recuperación de la Iglesia tras la
Guerra Civil colaboró el afamado pintor local Juan Almagro, que realizó la
pintura que ocupa el centro del Altar Mayor, y la del Altar de Santiago, que
representa la imagen de Santiago Matamoros, muy vinculado como cofradía y
advocación a la Historia de Pegalajar. Es de destacar la imagen de Nuestro
Padre Jesús, conseguida en la década de 1940 y rehabilitada por Antonio García
Merlo a comienzos de la década final del siglo XX. Esta talla posiblemente sea
del siglo XVIII, de la escuela del escultor Martínez Montañés. En la capilla de
la Virgen de los Dolores (nave del Evangelio) destaca la media luna de plata,
adquirida, junto con la imagen de San Juan Evangelista, en los años de la
posguerra, obra cordobesa realizada entre 1760-67 por Eulogio González
Rodríguez y marcada por Bartolomé de Gálvez y Aranda, procede de una antigua
imagen de la Virgen de los Dolores. En cuanto a la orfebrería, su interés
deriva de haber sido fabricada por obradores giennenses de la segunda mitad del
siglo XVIII y mitad del XIX. Destaca una cruz parroquial, un acetre, dos
cálices, una custodia, una naveta y una salvilla, todos de plata blanca.
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La Péninsule Ibérique au Moyen Age, d´aprés le “Kitab al-Rawd al-Mi ta
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