Me gusta cuando hablas porque
irradias presencia,
me miras tan de cerca que mi
alma se ensancha.
Es como si en tus ojos la luz se
hubiera roto
en ondas poderosas y en olas de
templanza.
Es como si en tu boca jugaran
las palomas.
Es como si tus labios bebieran
de la tarde,
libando transparencia de las
rosas tempranas,
de los soles silentes que
secuestran el aire.
Me gusta cuando hablas porque
ríes alegre,
tu voz suena despacio como
música sacra.
Se derrama en mi pecho, va
ascendiendo liviana
y se enreda en mi oído como un
sueño en el alma.
Cuántas cosas me dices con la
miel en los labios,
cuántos arcos verbales tejes con
tus palabras
que perfilan tu anhelo, que
dibujan tu boca
con los labios jugosos como
ramos de albahaca.
Me gusta cuando hablas en
murmullos suaves,
en susurros candentes como las
amapolas,
en vellones de flores, en
rosarios de frases,
como risas perladas que despiertan la aurora.
Eres un aluvión de palabras
fruncidas
que entona melodías en las
tardes de estío,
que acuna los amores, despierta
las sonrisas
y amamanta en sus pechos tu
cariño y el mío.
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