tan sin decirlo, tan sin saberlo.
Se fue como una flor en primavera,
zarandeada y marchita por la tormenta
que se gestaba en el fondo de su ser.
Ella se fue como la brisa de mayo,
despacio y sola, como la lluvia de abril.
Ella se fue con un viso de rubí en sus mejillas,
con una nube en sus ojos, con un poema en sus labios,
con una pena en su corazón.
Ella se fue tan desolada, tan sin hablar,
que sus silencios restallaron en mi alma
y la pena de mi llanto centelleó en su interior.
Ella se fue sin una queja, sin un reproche, sin
despedir.
Cruzó los vientos sin saber por dónde iba,
ni a dónde se dirigía, ni con quién quería estar.
Ella se fue cuando la Fuente llenó de agua la
Charca,
de sueños y de esperanzas, las laderas de mi amor.
Ella se fue cuando la brisa bordaba haces de luz
en las pupilas del día, rosas de seda en los
jardines del sol.
Ella se fue a un lugar sin retorno.
Su mirada se quedó prendida en el cristal del adiós.
Ella se fue en una fecha sin brillo en el
calendario,
sin colores de arco iris, sin olores de jazmín.
¿Por qué te fuiste cuando la primavera
extendía su manto de flores multicolor,
cuando abril acariciaba el olor de las celindas,
cuando sonaba en el aire el canto del ruiseñor?
¿Por qué te fuiste cuando la hiedra trepaba
los aposentos de mi dolor?
ENCARNA GÓMEZ VALENZUELA
En CasaRosada, 14 de abril de 2020
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