LA
DESESCALADA DE LA PANDEMIA
Estamos
pasando una terrible pandemia, la COVID-19, de la que aún no nos hemos librado,
y por la que hemos estado encerrados más de dos meses. Ahora, hay que afrontar
la desescalada. Según dicen los economistas, los países no pueden estar tanto
tiempo inactivos, porque se destruye todo el tejido industrial, laboral y
productivo. Aunque creemos que la salud es antes que la economía, aceptamos
semejantes razonamientos y seguimos las normas del gobierno. La desescalada se hará
por fases. Siguiendo las directrices sanitarias, el gobierno ha establecido una
desescalada dispar para las diversas Comunidades. Esto ha supuesto un foco de
malestar para las que van a salir después. Señores, esto no es una carrera para
ver quién llega antes. Aquí la cuestión debería ser: ¿Qué Comunidad logra tener
menos contagios, menos enfermos en las Ucis y menos muertes?
Se dice que en España ha habido muchos
fallecimientos por la pandemia. La mayoría de las muertes han sucedido en las
residencias, porque la población española está muy envejecida. Pero también
hemos tenido muchas curaciones, lo que es un éxito para la sanidad y para todo el
país.
Es
complicado entender a quienes desean realizar la desescalada a toda costa y hacerles
ver que, si se está haciendo así, será para preservarnos del virus y para
salvar vidas. Es necesario salir por fases, reanudar la actividad laboral para
reactivar la economía, volver a la cotidianidad, pero tenemos que seguir las
recomendaciones dadas por las autoridades sanitarias. Hay que ser muy
cuidadosos para no contagiarnos ni poner en peligro a los demás.
Los
balcones han vuelto a cumplir la función que, desde siempre, les fue asignada:
exhibir las macetas, que la primavera ha llenado de flores y de alegría, ser ventanas
al mundo y constituir un alivio en las noches calurosas. Las viviendas ya no
tienen que acoger a todos los miembros de la familia las 24 horas. Y los
salones no seguirán siendo escuelas ni gimnasios ni centros de encuentro
unifamiliar. Ya podemos recibir visitas de amigos y familiares, aunque siempre
guardando las medidas de seguridad.
Las
manifestaciones realizadas en Madrid y extendidas a varias ciudades contra el
gobierno y en disconformidad con la desescalada, han provocado la indignación
de gran parte de los españoles. ¿Qué pretenden con las caceroladas y con las masificaciones,
sin llevar mascarilla? Lo único que van a conseguir es aumentar los contagios. Al
advertir esta contradicción, empiezan a manifestarse en coche, ondeando al aire
la bandera española por las ventanillas, para dárselas de patriotas. En vez de
preocuparse por luchar contra el virus, por salvar a la gente de la pandemia,
por dar alternativas a la vida de los españoles y soluciones a tan nefasta epidemia,
quieren que caiga el gobierno. Más caos, más líos y muchos más problemas para
esta España tan vituperada por el virus. Esas manifestaciones son bochornosas. ¿Quieren
que, en medio de una pandemia tan maligna, nos metamos en un nuevo problema?
“desvestir a un santo para vestir a otro”. Y todo ello sin saber si al otro
santo le va a venir bien el traje ni si va a saber llevarlo. Esta situación es
muy complicada. Cualquier gobierno hubiera cometido errores. Nadie estaba
preparado para lo que nos ha venido encima. Esto es una crisis sanitaria a
nivel mundial, que arrastrará problemas de todo tipo: económicos, laborales, sociales,
humanitarios, educativos, etc. Dejemos el terreno político como está y
enfrentemos el sanitario, que ahora urge más.
Que llenen las ollas y los coches de comida y
se la lleven a los pobres, a los que están pasando hambre, a los que
verdaderamente están sufriendo la pandemia. Que aminoren las colas de Cáritas y
las de los comedores sociales, que hay muchos por toda España. Que sean
solidarios. Enrollarse la bandera de España alrededor del cuerpo no significa
ser más leales a la patria. Los más leales son los que se han preocupado de
curar y cuidar a los enfermos, los que trabajan para mantener el orden y para que
no nos falte nada, los que han velado
por nuestra subsistencia.
Señores
políticos, no discutan tanto, no se insulten, no peleen por los sillones. Están
dando muy mal ejemplo. Luchen contra el coronavirus. Ese es el enemigo común a
todos nosotros. Hay que erradicarlo de nuestras vidas. ¿Es que es imposible ponerse
de acuerdo en este país? Probemos a converger alguna vez. Esta es una buena
ocasión de ensayar la colaboración y los acuerdos. Pensemos en los demás, en
los que han sufrido por causa de la pandemia o han perdido a alguno de sus
miembros y olvidemos por una vez las siglas de los partidos.
Estamos
pasando las fases de la apertura con mucha euforia. Parece que ignoramos que el
virus está en la calle, allí dónde esté la gente. Sigamos siendo prudentes,
salgamos con mascarilla y guardemos la distancia si no queremos enfermar. La
encima AC2 ayuda al virus a expandirse por nuestro organismo, los varones
tienen más cantidad de esta encima que las mujeres, por eso hay más enfermos y muertes
de hombres que de mujeres. La población infantil también tiene más defensas
para combatir la pandemia, pero no es inmune. Los síntomas de los pequeños, muestran
algunas diferencias con los que sufren los adultos, pero también son muy
perjudiciales.
Otro
tema a tener en cuenta es la contaminación con los guantes, las mascarillas y
todo el instrumental para protegernos del coronavirus. No utilicemos tanto material
de usar y tirar. Debemos evitar la contaminación. Si hay que tirar algo, hagámoslo
en los contenedores. Preservemos la naturaleza y no le arrojemos tanta basura. Cuidemos
el planeta y salvemoslo del deterioro que está sufriendo, además de protegernos
de la pandemia. Seamos responsables en todo momento.
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