Noche de Reyes Magos,
noche de ilusión, de fantasía y de anhelante espera, noche en que los niños sueñan
con recibir algunos regalos. Tiempo de poner los zapatos en el balcón y de
dejar unos mantecados, un vaso de leche y un recipiente de agua para que coman
y beban reyes, pajes y camellos. ¡Qué noche tan maravillosa para vivirla desde
la infancia y la inocencia! Pidamos a los Reyes Magos que todos los niños del mundo
reciban algún juguete.
En nuestra infancia no
había tantos regalos. A mí todos los años me traían la misma muñeca, pasados
unos días mi madre se encargaba de guardarla para el año siguiente. Suerte que
yo tenía dos hadas madrinas o dos reinas magas, como se quiera ver, que se
encargaban de traerme juguetes con los que yo alucinaba e insospechados libros de
cuentos e ilustraciones con los que yo disfrutaba muchísimo y que leía con gran
avidez. Ese hecho, los cuentos, que me narraba mi abuelo y las maravillas que
descubrí en la escuela, fueron los orígenes que me impulsaron a profesar tanto
interés por los libros, la cultura y el
arte. ¡Gracias a todos los que colaboraron en mi educación!
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