La mirada fingida
es un libro de poesía en el que vibra
una intensa historia de amor adolescente, que despierta las emociones que
dormitan en el alma en estado latente, donde Juanjo es ese adolescente que
deambula por sus dulces páginas fascinado por conseguir y poseer el amor de Ana.
En este manual los versos se encadenan unos a otros como si fueran seres
enlazados por alguno de sus miembros, como podía ser la mano. Todo el libro
constituye un solo y único poema que late de amor y de anhelos. Precisamente el
poeta usa bastante esa imagen de coger de la mano a su amada, unas veces para desearlo y otras para lamentar
haberlo hecho.
A lo largo de todo el poemario existe un desasosiego interno del
que se contagia el lector, que en la mayoría de los casos se impregna de la
belleza que se desprende de sus abundantes y gráciles metáforas y de su tono
sensual, ameno y evocador. Juanjo nos sorprende gratamente con un vocabulario
culto que se va codeando paulatinamente con palabras del lenguaje común. En su
libro abundan las reiteraciones o anáforas como un recurso estilístico para
incidir en ese pensamiento en el que el autor anda inmerso y que desea
transmitir a sus lectores.
Es un precioso manual
para leerlo despacio, al abrigo del sosiego, para digerirlo en solitario,
sumergido en un remanso de paz, para ir saboreando las palabras una a una, para
ir degustando las frases, masticándolas y extrayéndole todo su jugo, su plena
esencia, el ser primigenio que alumbra el discurso surrealista de su poesía.
Según Jesús Cabezas
Jiménez, autor del prólogo, Juanjo ha sabido mezclar todos los ingredientes
necesarios para su perfecta elaboración y añadir la dosis justa de levadura con
la que le ha dado a su relato la fermentación necesaria y el acabado exacto de
tensión narrativa. Este libro según el prologuista ha sido creado siguiendo la
dulce huella de La casa encendida de
Luis Rosales, pertenece pues a la escuela de este insigne poeta.
Por ostentar la labor
docente, a mí me llama la atención especialmente el capítulo II que comienza
así:
El pupitre es una isla en la memoria
y en el océano de baldosas deja un solo aliento
donde el mensajero sediento es el pupitre;
el pupitre donde todas las frases dichas a
hurtadillas,
todas las frases que nacieron se resbalan
tercamente,
se resbalan lentamente y de improviso…
En esta estrofa
el pupitre cobra vida y deja su aliento en las baldosas y se hace mensajero.
Alrededor del pupitre nacen frases dichas a hurtadillas que se resbalan y
desvarían la memoria. Igual que una página…que contiene un mensaje futuro…y
todo se desencadena al haber cogido de la mano a su amor. Dar la mano significa
mucho más de lo que expresa. Cuando el poeta sueña el pasado, vuelven los
recuerdos y aparecen, entre otros ámbitos, la clase en la que los adolescentes reciben
las enseñanzas, mientras sus corazones vuelan en pos del amor. Allí están las
mesas, las sillas y la pizarra, señora como una madre…, objetos de añoranza. En
el libro se encuentran elementos mágicos como el agua, el viento, el aire…que
nombra a menudo y que desbordan su esencia.
Doy la
enhorabuena a Juanjo por este libro y recomiendo su lectura a los amantes de la
poesía y a los que no lo son, porque a partir de ese día lo serán. Les gustará
el poemario porque les va a ºayudar a evocar sensaciones íntimas, agazapadas y
escondidas en el fondo del alma.
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