A través de
esa luminosa herida que,
como
deslumbrante antorcha nace en estas tierras
de Sierra
Morena, la sangre doliente brota y el sueño
se hace
nostalgia. Susurro de pájaros y de doradas espigas,
lánguidas
como suspiros. Amapolas y trigales del amor.
Olivos
floridos que nacen como ríos en el susurro del agua.
Caracola
que en el cielo se hace nube.
Canción de los aguaceros.
He cobijado
entre mis manos las musas de tu delirio,
la blanca
flor que brotó en el jardín de los sueños.
Ahora, los
besos se disuelven en la boca,
en la
saliva anhelante. Sucinto aliento de vida.
Las penas
se dilatan en el alma conformando tus paisajes.
Los labios
se prolongan en suspiros retenidos,
verdinegros
matorrales del nocturno pensamiento.
Grácil
pajarillo que marca la distancia.
Tu risa de
cascabel es un geranio que vuela
como una
sutil mariposa de paraísos ignotos.
Tu aliento
serrano, ornamentando tu espejo,
es pujante delirio
de pinares, hojas de encina en tus manos,
flor de
algodón en tus laderas. Súbita fragancia
de la dama
de la noche. Alegre golondrina
que la
brisa mece.
Este poema está publicado en la III Antología de los Poetas de Sierra Mágina. Diciembre 2014.
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