Este
8 de marzo, nosotras, las mujeres de la Marcha Mundial de las Mujeres seguimos
resistiendo, y construyendo un mundo para nosotras, los pueblos, los seres
vivos y la naturaleza. Estas acciones continúan enfrentándose a los embates del
paradigma mortal del capitalismo con sus falsas salidas a las crisis y de una
ideología fundamentalista conservadora.
El
capitalismo pasa por un importante proceso de reestructuración para mantener el
orden actual de explotación y opresión, reforzado por la actual crisis global,
evidenciando que vivimos en un modelo injusto e insostenible. Frente a todas
las crisis, este sistema presenta falsas soluciones, que significan más mercado
y más concentración de la riqueza, impuestas mediante violentos procesos de
expropiación.
Se
impone una insoportable mercantilización de todas las dimensiones de la vida
humana. Esto sucede especialmente con la explotación de los cuerpos de las
mujeres, desde la industria de la belleza hasta la trata y la prostitución
Denunciamos
la continua imposición de acuerdos sobre libre comercio, que intentan
transformar los bienes comunes como la salud, la educación y el agua en
mercancías, y generar un mercado de explotación de la mano de obra barata en
los países del sur. Rechazamos la cultura del consumo que va empobreciendo más
las comunidades, generando dependencia y exterminando las producciones locales.
El
tiempo y el trabajo de las mujeres se utilizan como un factor de ajuste. La
economía de mercado se sustenta a partir de nuestro trabajo no remunerado y la
desigualdad que vivimos en el trabajo remunerado. Presenciamos el aumento del
conservadurismo, con la valoración del papel de la mujer en la familia para
justificar su sobrecarga de trabajo.
Construir
la economía feminista y solidaria significa alterar los patrones de ( re)
producción, distribución y consumo, además de reconocer y valorar el trabajo
doméstico y de cuidados como algo fundamental para la sostenibilidad de la vida
humana.
Nos
solidarizamos con las mujeres y los pueblos en resistencia y lucha en todos los
territorios que están en guerra, bajo control militar y en riesgo de serlo, o
viviendo los impactos nefastos de una presencia militar extranjera.
Nos
solidarizamos con todas las mujeres que continúan luchando y enfrentando los
embates de la policía, los servidores públicos y de la justicia injusta, así
como a las que enfrentan la violencia en su contra.
Apoyamos
las luchas jornaleras de las mujeres de nuestra provincia y las víctimas de los desahucios
Denunciamos
un contexto que profundiza la mercantilización de los bienes comunes y el
avance y control de los territorios para el agro negocio destruyendo
comunidades y la soberanía alimentaria. Denunciamos la imposición de pesticidas
y semillas modificadas genéticamente, que generan dependencia de agricultores
y agricultoras. Somos protagonistas de
la resistencia y la defensa de nuestros territorios, y defendemos la agroecología como un medio de
producción de alimentos saludables, esenciales para garantizar la soberanía
alimentaria .
Denunciamos
la estrategia concertada de recortes de derechos sociales que busca revitalizar los dogmas y valores
conservadores y que ponen en riesgo los logros o avances de las mujeres en el
mundo. Se cierran espacios de participación, se criminaliza la protesta, y se
cercena el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. Nuestra autodeterminación
reproductiva está amenazada donde la hemos conquistado.
Frente a estas situaciones, estamos en las
calles, tenemos alternativas y las estamos construyendo y llamamos a la
articulación de un movimiento de mujeres en
las alianzas con otros
movimientos sociales, por un mundo de justicia y libertad
Manifestamos nuestro apoyo a las
acciones convocadas por la Marcha Mundial de las Mujeres, que desde el 8 de
marzo hasta el 17 de octubre parten de Kurdistan y Grecia, hacia Lisboa, para
promover acciones a lo largo del arco
Mediterráneo
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