Por qué, amor mío, la melancolía,
como gota destilada hacia la noche,
secuestra la luz de tus arrecifes saturados de
violeta.
Por qué tiñe de tintes sombríos los corales
que
navegaron tus ojos.
Cuántas noches soñando con tu aureola
su luz hizo brotar el fuego del estío en las
praderas de mi alma
y plantó flores de azahar como palomas
mensajeras
en mis jardines colgantes.
No me dejes donde la luminosidad del día
no pueda extender su manto de albatros
silenciosos,
su espejo de claridad, su
gracejo de dulzura.
No me abandones jamás
donde no llega la gota de su dulzura.
No me olvides donde tus manos son playas
desiertas,
ni en la desolada caleta en donde habita la
oscuridad,
desde donde nos llega un
insoportable eco de lejanía,
-tediosa orla, encadenada a los itinerarios de
la desolación-,
donde seremos esqueletos bebiendo el vino
amargo de los puertos.
Déjame allí donde el mar, con su paleta de
sueños
pinta
de azul la tristeza.
ESTE ES EL POEMA PUBLICADO EN LA REVISTA ALDABA Nº 26. INVIERNO 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario