Como bien sabemos, y sufrimos, los gobiernos al servicio de los poderosos están descargando salvajemente las consecuencias de la crisis capitalista sobre la clase obrera y sectores populares.
El Pago de la Deuda pública es la gran coartada para imponer las políticas criminales que dicta la Unión Europea y que conllevan paro masivo, condiciones laborales de semi-esclavitud, pensiones de hambre y destrucción de los servicios públicos.
Todo está mal. Para las mujeres, peor.
Aunque las cifras de las estadísticas enmascaran el drama diario de millones de mujeres – el penúltimo desahucio ejecutado con violencia policial desmedida lo sufrió una mujer con un niño de mes y medio en sus brazos – los datos son brutales:
La privatización y destrucción de servicios públicos ha caído como una losa sobre las espaldas de las mujeres.
Y apechugamos con ello mientras se puede. Porque para decenas de miles de familias, la mayor parte mujeres con hijos a cargo, a todo ello se suma un crimen de lesa humanidad: Ser expulsadas de su casa por impago de hipotecas o alquileres, sin alternativa alguna. Miles de personas se suicidan por causas relacionadas con los desahucios.
Después el gobierno de Madrid vende esas viviendas sociales, construidas con dinero público, a fondos especulativos.
La violencia contra las mujeres: asesinatos, maltratos y humillaciones, constituyen el retrato macabro de una sociedad en descomposición regida por un patriarcado, más brutal en tiempos de crisis, del que la mayoría de las mujeres sólo escapamos para encontrarnos en la pobreza.
El mayor insulto es que los gobiernos se llenen la boca de “igualdad” cuando además de todo lo que soportamos como mujeres trabajadoras se quiere impedir que decidamos sobre nuestro propio cuerpo. Falta educación sobre salud sexual y reproductiva en los centros educativos y la planificación familiar queda reducida a la receta de la “píldora”, a veces con grandes listas de espera.
Y, sobre todo, pretenden negarnos el derecho al aborto, ya muy limitado, y obligarnos a parir hijxs no deseados, que además de condicionar nuestras vidas, nacerán sin protección social y sin futuro. De entre nosotras, la explotación capitalista y la dominación patriarcal se exacerba sobre las mujeres inmigrantes. Son las primeras en los trabajos más duros y peor pagados, en las carencias de casi todo, en desprotección frente a la violencia machista y en los embarazos no deseados.
Precisamente por ello, la solidaridad de clase y de género, así como la invitación a ocupar su lugar en el combate son prioritarias para nosotras.
Salir de casa, unirse, luchar: es el único camino.
Conscientes de que el gran capital, los gobiernos de aquí y la Unión Europea no nos preparan otro futuro que el de la miseria y la esclavitud, las Marchas de la Dignidad llamamos a todas las mujeres, que no tienes más capital que su fuerza de trabajo y su dignidad, a sumarsee a la lucha.
El Pago de la Deuda pública es la gran coartada para imponer las políticas criminales que dicta la Unión Europea y que conllevan paro masivo, condiciones laborales de semi-esclavitud, pensiones de hambre y destrucción de los servicios públicos.
Todo está mal. Para las mujeres, peor.
Aunque las cifras de las estadísticas enmascaran el drama diario de millones de mujeres – el penúltimo desahucio ejecutado con violencia policial desmedida lo sufrió una mujer con un niño de mes y medio en sus brazos – los datos son brutales:
- El 90% de los hogares encabezados por un adulto con hijos a su cargo – que son los que tienen más riesgo de pobreza – están sostenidos por nosotras las mujeres.
- Las mujeres somos las “reinas” del trabajo temporal y a tiempo parcial. Somos mayoría en los sectores peor pagados (hostelería, limpieza, cuidados, etc) y ganamos un 23% menos que los hombres; es decir, tenemos que trabajar 84 días más al año para ganar lo mismo que un hombre.
- Casi dos millones de trabajadoras ganamos menos de 612 euros al mes. Más del 60% de las mujeres paradas no tiene ningún ingreso.
- La situación de pobreza es especialmente grave para las mujeres mayores. Sólo el 31% recibe una pensión y de ellas, la inmensa mayoría cobra un promedio de 440 euros mensuales.
La privatización y destrucción de servicios públicos ha caído como una losa sobre las espaldas de las mujeres.
Y apechugamos con ello mientras se puede. Porque para decenas de miles de familias, la mayor parte mujeres con hijos a cargo, a todo ello se suma un crimen de lesa humanidad: Ser expulsadas de su casa por impago de hipotecas o alquileres, sin alternativa alguna. Miles de personas se suicidan por causas relacionadas con los desahucios.
Después el gobierno de Madrid vende esas viviendas sociales, construidas con dinero público, a fondos especulativos.
La violencia contra las mujeres: asesinatos, maltratos y humillaciones, constituyen el retrato macabro de una sociedad en descomposición regida por un patriarcado, más brutal en tiempos de crisis, del que la mayoría de las mujeres sólo escapamos para encontrarnos en la pobreza.
El mayor insulto es que los gobiernos se llenen la boca de “igualdad” cuando además de todo lo que soportamos como mujeres trabajadoras se quiere impedir que decidamos sobre nuestro propio cuerpo. Falta educación sobre salud sexual y reproductiva en los centros educativos y la planificación familiar queda reducida a la receta de la “píldora”, a veces con grandes listas de espera.
Y, sobre todo, pretenden negarnos el derecho al aborto, ya muy limitado, y obligarnos a parir hijxs no deseados, que además de condicionar nuestras vidas, nacerán sin protección social y sin futuro. De entre nosotras, la explotación capitalista y la dominación patriarcal se exacerba sobre las mujeres inmigrantes. Son las primeras en los trabajos más duros y peor pagados, en las carencias de casi todo, en desprotección frente a la violencia machista y en los embarazos no deseados.
Precisamente por ello, la solidaridad de clase y de género, así como la invitación a ocupar su lugar en el combate son prioritarias para nosotras.
Salir de casa, unirse, luchar: es el único camino.
Conscientes de que el gran capital, los gobiernos de aquí y la Unión Europea no nos preparan otro futuro que el de la miseria y la esclavitud, las Marchas de la Dignidad llamamos a todas las mujeres, que no tienes más capital que su fuerza de trabajo y su dignidad, a sumarsee a la lucha.
- La casa y la soledad es un pozo sin fondo del que hay que salir. Entre todas sabremos encontrar formas de solidaridad que nos permitan salir adelante y ser lo bastante fuertes para tomar lo que es nuestro y que nos están robando. El único camino es organizar nuestra fuerza.
¡Incorpórate a las Marchas de la Dignidad de tu barrio o pueblo!
¡Ven con nosotras a preparar las Marchas del 21 de marzo de 2015, caminando hacia la huelga general del próximo otoño!
Las Marchas de la DIGNIDAD 22M por el PAN, TRABAJO y TECHO, con DIGNIDAD.
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