.
De
la inusitada melodía del viento,
acariciando
las nubes,
brotó
el susurro del agua,
la
plácida y sutil llovizna,
cristales
fosforescentes
suspendidos
en el aire,
esquirlas
de sol y luna.
Leve su caricia en la orilla de los besos,
los
labios se hacen herida
y
tiemblan como luceros sorprendidos.
Estupor
en los violines del cielo,
demencial
música de cítaras.
Es
el agua que derrama
su
manto de placidez
más
allá de su brillo diamantino.
En
su risa, los espejos nacarados
reflejan
el estupor de los campos.
En
el olivo, la gota fructífera,
primicia
de la incipiente aceituna.
La
paloma mensajera de esperanza.
Óleo
febril de todos los aguaceros
que
fecundan el corazón de la tierra.
POEMAS DEL AGUA, PREMIADOS EN LA UNIVERSIDAD DE JAÉN
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