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DE MARZO, DÍA DE LA MUJER. HOMENAJE A CLARA CAMPOAMOR
El 8 de marzo se celebra el Día de la
Mujer. Es un día para reivindicar los derechos femeninos conseguidos a lo largo
de tantos años de luchas y para decir que hombres y mujeres tenemos los mismos
derechos, libertades y obligaciones. Para celebrar este día vamos a estudiar la
vida de una importante mujer: Clara Campoamor.
Resulta indiscutible la gran importancia que esta
mujer tuvo para nuestra democracia y para los avances en el tema de igualdad
entre hombres y mujeres. Consiguió el
sufragio universal, que legitima esa igualdad ante la ley, lograda en 1931,
en los albores de la Segunda República.
Clara
Campoamor nació en Madrid en 1888, en el seno de una familia humilde. Siendo
una niña, perdió a su padre y tuvo que dejar los estudios para ponerse a
trabajar. Ejerció múltiples profesiones. Estas actividades fueron experiencias
muy positivas que le serían útiles en su vida. Conoció a la gente de su tiempo
con sus necesidades y sus carencias. Supo de las desigualdades entre hombres y
mujeres. Estas inquietudes hicieron mella en su alma y años más tarde dieron
luz a sus conquistas en el terreno de la igualdad.
Cuando las condiciones económicas de su
familia lo permitieron, continuó los estudios, Terminó el bachillerato con gran
ilusión. Posteriormente, ingresó en la facultad de Derecho. En 1924 acabó los
estudios de abogacía y comenzó su actividad jurídica. Con 36 años era una
abogada ilustre. El personal masculino la miraba con cierto recelo porque en
aquella época apenas había mujeres ejerciendo semejante profesión.
Además
de la actividad profesional y reivindicativa y de la inquietud política, le
preocupaba la situación jurídica de la mujer española. Anhelaba alcanzar ante
la ley la total equiparación de sexos sin que ninguno gozase de un trato
preferencial sobre el otro. Desde 1925 combinó su tarea profesional en la
Academia de Jurisprudencia con la participación en actos, conferencias y
discursos dirigidos a las mujeres. En 1929 se incorporó a la carrera política.
Tras la caída de Miguel Primo de Rivera, ingresó en las filas del partido
Radical de Alejandro Lerroux. En 1931 formó parte de la candidatura
republicana-socialista para las Cortes Constituyentes de la II República. Logró
salir elegida diputada por Madrid junto con Victoria Kent. Estos fueron los
únicos escaños ocupados por mujeres. Ambas estaban vinculadas al movimiento
sufragista
Mucho
antes de realizar la defensa a favor del sufragio en el parlamento, comenzó la
batalla dialéctica por el derecho al voto de las mujeres en la calle y en los
lugares que frecuentaba. Acostumbrada a la lucha política, elocuente y con
convicciones claras y firmes, entre sus intervenciones destacó la referida a la
defensa de la concesión del sufragio femenino sin ningún tipo de limitaciones.
En una hábil argumentación ante la cámara, Clara rebatió los argumentos
esgrimidos en contra, centrados en la supuesta dependencia de las mujeres del
clero, su falta de madurez política y el supuesto carácter conservador de su
voto. Victoria Kent era contraria a la
obtención del voto femenino. El debate sobre el mismo fue muy reñido. El
discurso de Clara y la defensa que hizo del mismo fue superior.
Para esas
fechas de 1931, el movimiento de mujeres había creado todo un estado de opinión
acerca del sufragio universal, lo que fue de gran ayuda para la conclusión
favorable al mismo en el desarrollo de las votaciones el 1 de octubre de 1931.
Por 161 votos a favor y 121 en contra, las mujeres adquirían el derecho al
voto.
En
sus tres años como diputada, participó en la defensa de la ley de Divorcio.
Defendió la consideración de legítimos de aquellos hijos nacidos fuera del
matrimonio, el derecho de las mujeres a ser admitidas, como testigos, en los
matrimonios civiles y el ejercicio de las carreras derivadas del título de
abogado. Además, fue Directora General de Beneficencia.
A
pesar de tan brillante carrera, fue muy criticada por sus correligionarios y
rechazada su incorporación a las filas de Izquierda Republicana. Despertaba
recelos y envidias entre los varones. No podían soportar que una mujer se
pusiera a la altura del varón y que, incluso lo superara, que tuviera
iniciativas, que su dialéctica fuera locuaz, hábil y brillante, que hubiera
conquistado un puesto al que las mujeres hasta entonces no habían tenido acceso
y mucho menos que hubiera defendido el voto femenino y consiguiera su
implantación.
Ella
soslayaba semejantes habladurías y continuaba con su trabajo y con sus
reivindicaciones en los ámbitos en los que había desigualdad entre sexos porque
desde muy joven entendió que el hombre y la mujer tienen que ser iguales ante
la Ley.
En 1935 publicó
Mi pecado mortal. El voto femenino y yo,
testimonio de sus luchas políticas y documento autobiográfico-político de
primera magnitud.
Por motivo de la Guerra Civil Española se
exilió en 1937. En esta fecha publicó La
Revolución Española vista por una Republicana. Vivió el exilio en Buenos
Aires durante una década. Se ganaba la vida traduciendo, dando conferencias y
escribiendo biografías. En 1940 intentó regresar a España porque sentía
nostalgia de su tierra, pero no pudo hacerlo porque estaba procesada por
pertenencia a una logia masónica. En 1955 se instaló en Lausanne (Suiza) y se
dedicó a la literatura, continuó haciendo camino desde la escritura. Murió en
Lausanne el 30 de abril de 1972.
Gracias a ti, querida Clara, por defender nuestros derechos. Por esa lucha tan valerosa que llevaste a cabo, hoy el voto femenino es una realidad. Tu vida fue ejemplar en la pugna por las libertades de la mujer. Desde este foro y con mi humilde artículo quiero proclamar a los cuatro vientos que tú has sido un importante artífice para lograr la igualdad de derechos entre mujeres y hombres.
Fotos de la Wikipedia
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