Tiempo de Silencio es la historia de un médico investigador, don Pedro, que estudia el desarrollo del cáncer en los ratones con su ayudante Amador. El investigador y su ayudante tienen un problema: los ratones se les mueren y no pueden continuar la investigación. Amador se entera de que el Muecas, un paisano y lejano familiar suyo que llegó a Madrid con el ávido deseo de buscarse la vida, que al principio se alojó en la cocina de su piso con su familia -mujer y dos hijas- y que ahora vive en los suburbios, tiene ratones robados del mismo laboratorio donde él trabaja con don Pedro. El Muecas ha logrado que los ratones se reproduzcan metiéndolos en bolsitas y colocándolos en los senos de sus hijas que ya han alcanzado la pubertad.
Para comprarle los ratones al Muecas, don
Pedro y Amador van a la chabola del mismo, hecha de ladrillos robados por su
gruesa mujer, de tablas, latas y de otros materiales recogidos en los
basureros. Los agujeros de la chabola están taponados con cartones, trapos y
papeles. El Muecas los recibe con amabilidad y una de sus hijas, la Florita,
ofrece a los visitantes una limonada natura casera. Con esa visita, don Pedro
descubre la desoladora miseria en la que vive aquella familia y observa los
pequeños mordiscos de las ratoncitas que Florita tiene en su pecho. El Muecas lleva a los visitantes al dormitorio
familiar, donde están colgadas las jaulas de los ratones y donde en el suelo
hay un colchón cuadrado grande en el que duermen los cuatro miembros de la
familia, los padres por un lado y las hijas por el otro.
Don Pedro se aloja en una
pensión, regentada por una señora mayor, su hija y su nieta, Dorita, la cual
atrae la atención del médico. La madre de la joven y la abuela, sobre todo, desean
que el médico y Dorita se pongan novios y lleguen a casarse.
Una noche de sábado, don
Pedro sale con Matías, un escritor con el que vive una excitante noche de
extraños encuentros, excitantes aventuras y de borracheras, para acabar en un
prostíbulo. Al rato de llegar a la pensión, a altas horas de la noche, el
Muecas se presenta allí suplicando a don Pedro que lo acompañe a su casa, su
hija Florita está moribunda y él, que es médico, puede salvarla. La hija muere
y Pedro es acusado de aquella muerte. Es encarcelado. El reo pasa algunos días
en la cárcel, hasta que se descubre el auténtico asesino. Entonces lo dejan en
libertad, pero el destino ha marcado ya su vida. Don Pedro es expulsado de su
trabajo; sin embargo, al ser médico, le espera un futuro halagador dedicándose
a la medicina. En la pensión es muy bien recibido, incluso le hacen una pequeña
fiesta. Una noche sale con Dorita y con su madre (en ese tiempo los novios no
podían salir solos). Al final de una noche de verbena y de mucha diversión para
la pareja, ocurre un hecho trágico, que hará reflexiona a Pedro sobre la vida y
sobre las injusticias del mundo.
Es un libro de complicada
lectura y difícil comprensión algunas veces, porque hay varios párrafos que son
flujos de conciencia, vividos y expresados en 1ª persona. También hay temas que
los protagonistas tratan y que al lector le cuesta vincular con la trama. Otro inconveniente
es que la novela no tiene capítulos, solo puntos y aparte para cambiar de tema y
a veces de narrador. A pesar de estas dificultades, a mí me ha gustado mucho la
novela y he releído varios capítulos para descubrir las quintas esencias
escondidas entre las palabras.
La primera edición de Tiempo de Silencio vio la luz en 1961 y alcanzó una gran resonancia crítica. Ha sido traducida a más de doce idiomas y ha sido señalada como una obra excepcional. La novela transcurre en Madrid, durante el otoño de 1949. El autor nos muestra con ironía el panorama de los estratos sociales de la ciudad. Según los eruditos lo más significativo de la novela es su empeño por lograr una renovación estilística a partir del realismo de la novela española de la época en la que apareció. Esta edición tiene un carácter definitivo. El anterior régimen político introdujo en el libro la censura y el autor tuvo que recortar párrafos. Solo en la presente edición los lectores tendrán acceso a la integridad del texto tal cómo fue redactado por su autor.
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