Cuando me acunas en tu regazo
de mis labios van surgiendo
manantiales de cristal y de
esperanza
como perlas nacaradas
de un amanecer de mayo.
Eres como un mar salobre que,
con sus olas espumosas,
abanica las playas del alma mía.
Qué sabor a mar
en el cuenco de tu mano.
Eres una caracola
con el sabor del océano.
Qué de olas,
palpitantes y encendidas,
se acrecientan en mi pecho
cuando trazas pinceladas
con el paladar de azúcar
sobre mi piel temblorosa.
Qué de fuego y de pasiones
se desbordan por mi cuerpo,
cuando me miras ansioso
de esperanzas y de amor.
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