Mañana es el 2 febrero, Día de la Candelaria. La virgen sale a misa a los 40 días del parto para purificarse y presentar a su hijo en el templo. En Campillo de Arenas, pueblo en el que practiqué la docencia bastantes años, esta festividad se denomina Día de las Pajaritas. Esta celebración tan entrañable me trae muy bellos recuerdos.
Las madres llevan a sus hijos a la iglesia, a imitación de la Virgen, para que
Dios los bendiga. Para tal finalidad hacen ramos de pajaritas. Originariamente
las hacían con masa, pero desde hace
algunos años las realizan con plastilina, de todos los colores, y las adornan
con plumas blancas. Las pajaritas son
una verdadera obra de arte. Los ramos semejan un arco iris cubierto de una
espesa capa de nieve, por el colorido de
las pajaritas, adornadas con un sinfín de plumitas blancas, el conjunto resulta
una preciosidad. Yo conservo aún unas
cuantas pajaritas que me regalaron un año de aquellos que participé en la
fiesta y que guardo con mucho cariño.
Después de la misa se
saca a la Virgen en procesión por la plaza y los alrededores. Generalmente suele ser llevada por mujeres. A mí me cabe
la alegría y la satisfacción de haber llevado a la Virgen sobre mis hombros en
una ocasión. Mañana me gustaría estar en
Campillo para disfrutar de esa fiesta en compañía de mis antiguos alumnos y de sus familias y amigos.
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