Asomada al balcón de mi pecho
he visto brotar la blanca
flor del almendro,
como un
arrebol de nacaradas espumas,
y he imaginado el amor
golpeando mi ventana.
Tal vez todo pueda renacer
de nuevo.
Quizá
el sol quiera brillar para mí
y haga germinar mi alma,
como pradera florida
en el
fondo de mi ser.
Y vendrán otra vez la
gaviotas,
como
estrellas anhelantes, a posarse
en las
manos dadivosas del amor.
Y volverán los veleros
a
navegar esos piélagos,
cuajados
de blanca espuma
que
hacen florecer corales
dentro
de mi corazón.
Tañerán las campanas de la
aurora
como antorchas encendidas
en mi pecho
al son
de la amanecida
festejando
el caudal de mariposas
que desborda el
río de la ilusión,
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