Pueblo que llevo en el alma.
Estás tan dentro de mí
que vas latiendo, sereno,
en el pálpito de mi
pecho.
Honda y profunda huella.
Sangre y médula salvajes.
Presencia florida y
blanca.
Pueblo querido,
embrujado.
Haces de luz en mi pupila
que prenden el entrañable
sabor de tus esencias
bajo el ardiente sol de
estío
y que recortan ligeros,
en el límpido azul del
cielo,
el cálido perfil de tu
mirada.
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