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Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

martes, 26 de abril de 2022

RESEÑA DE LA NOVELA DE ALMUDENA GRANDES LA MADRE DE FRANKENSTEIN, A CARGO DE LA AUTORA ENCARNA GÓMEZ VALENZUELA

 

La madre de Frankenstein es la historia de un joven psiquiatra: Germán Velázquez, que vuelve a España, en 1954, para trabajar en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos. En ese centro de salud pone en práctica un medicamento nuevo: la clorpromazina, que produce una gran mejoría en los enfermos mentales. En 1939 hubo de exiliarse, usando el salvoconducto de su padre, que deseaba protegerlo del terror de la posguerra española. Vivió en Suiza quince años y fue acogido por la familia judía del doctor Goldstein, un amigo de su padre. Está inspirado en los episodios Nacionales de Benito Perez Galdós 

En Ciempozuelos, Germán se reencuentra con Aurora Carballeira, la asesina de su hija, una mujer mayor y muy inteligente a la que él conoció a los trece años, cuando acudió a la consulta de su padre, otro psiquiatra famoso. Carballeira era una firme defensora de las teorías eugenesistas. 

También conoce a la lectora de esta enferma: María Castejón, cuya vida esconde muchos traumas y secretos, desde no haber sido criada por su madre, sino por los abuelos maternos, de vivir en el manicomio, por ser su abuelo el jardinero del mismo, trabajar de mayor en el manicomio, hasta estar de sirvienta en Madrid y vivir unos amores, impulsivos y envolventes, que marcaron su vida para los restos, y le produjeron bastantes problemas. En su infancia, tuvo mucho contacto con doña Aurora, la cual le enseñó tanto que creó con ella un vínculo docente muy poderoso.


Los lectores también podrán conocer los motivos por los que Germán regresa a España y sabrán de su vida en Suiza con aquella familia de origen hebreo. Su historia en Suiza se va entremezclando con otros relatos y se cuenta “in extremis res”, para que el interés de los lectores persista hasta el final de la novela.

Germán y María son dos jóvenes que quieren huir de un pasado turbulento. Ambos desearían encontrarse lejos del caos ideológico que se vive en la época, pero están atrapados en un país regido por un sistema dictatorial, donde el Nacionalcatolicismo encuentra culpables y pecadores por doquier y donde la falsedad y la moral puritana encubren los abusos y los atropellos de las gentes de a pie, de los que no pueden defenderse. A pesar de todas las trabas impuestas, las escenas eróticas y los encuentros amorosos, encubiertos, de sexo duro, no dejan de suceder, incluso entre los mismos protagonistas, que viven la sexualidad como una liberación de tanto control y como un deseo íntimo de gozar de lo prohibido, de huir del contexto antagónico y de realizarse como personas dotadas de sexo y anhelantes de practicarlo y de llenarse de vida, a través de los encuentros carnales. A veces, la autora usa un lenguaje vulgar y cercano para mencionar los órganos y los actos sexuales. Habla, además, de la masturbación femenina como un estado placentero de relajación, para liberase de los traumas diarios y de los esfuerzos físicos. También trata la homosexualidad, como algo mal visto, perseguido y enfermizo y de los terroríficos tratamientos para erradicarla.

La novela está narrada en primera persona, un personaje que vive la historia, y la interpreta lo mismo que la vivió y la sintió. Está contada por tres narradores diferentes: Germán Velázquez, que cuenta su vida algo embrollada, sin seguir un orden cronológico, con objeto de desvelar los secretos más tarde, manteniendo así más tiempo enganchado al lector. Otra narradora es: doña Aurora. Con esta, la historia cobra profundidad y los pensamientos se siguen y se atropellan unos a otros, porque la autora no suele intercalar pausas. La tercera narradora es María Castejón. En su boca, la autora pone un lenguaje sencillo y muchas muletillas del habla popular y cotidiana. Con cada uno de los narradores, la autora usa un tipo distinto de narrar, un lenguaje distinto, según su nivel cultural y no repite los temas o los cuenta desde otra perspectiva. Cuida muy bien de no redundar en la historia. Así pues, con solo leer unas líneas, el lector, avezado a la literatura, puede descubrir de qué narrador se trata. En ocasiones, el narrador en primera persona parece transformarse en omnisciente, porque accede a temas que, a un narrador en primera persona, le son desconocidos.

El worldbuilding, el mundo de la novela, está muy bien creado y al lector le parece que va caminando con los protagonistas por los pasillos del manicomio, o que está viendo a doña Aurora en el jardín instruyendo a María cuando era pequeña. La autora hace uso del cliffhanger, y corta los bloques temáticos, cuando la narrativa está en un momento álgido. Entonces, coge otra temática diferente, para mantener enganchado al lector.

La novela tiene una introducción, titulada: 0. Por las mañanas, alguien tocaba el piano. Y cuatro partes: I. El asombro (1954). II. La compañía (1955). III. La soledad (1956). IV. La madre de Frankenstein. Además: Nota de la autora y Estudio de los personajes. Las cuatro partes de la novela son amplias, careciendo de capítulos, lo que permite a la autora una amplia libertad a la hora de plasmar los núcleos temáticos, y a la hora de insertar los contenidos históricos de cada narrador. La novela cobra agilidad en las últimas páginas y las acciones suceden con mayor velocidad. El estilo literario de Almudena es interesante y los argumentos, también. Además, su narrativa engancha al comenzar la lectura. Usa la analepsis para contar el pasado de los personajes. 

La novela posee un final inesperado, que se va viendo venir y que causa desconcierto. Pero al final ocurre un hecho inusitado, que el lector ya no espera, pero deseaba. Este final acaba uniendo a los protagonistas en un suceso mágico, solo factible a través de la literatura y que hace brillar la misma. El estudio que al final hace de los personajes es completísimo y fabuloso, además, los ordena por los lugares en los cuales los hemos encontrado, y ayuda a entender la novela. Almudena es una buena escritora, que domina la narrativa y nos muestra un trabajo muy bien estructurado.

La madre de Frankenstein es una novela muy bien escrita y documentada. Proyectada por esta magnífica escritora, que ya nos dejó para habitar otras latitudes. A la que esperamos que el peso de la tierra le sea leve. 











   

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