Hoy en Viernes Santo. Los católicos conmemoramos el día en el que Cristo llevó la Cruz a cuestas, camino del Calvario, llegando hasta el Gólgota, luego lo crucificaron al lado de dos ladrones, como si él fuera otro malhechor. El buen ladrón creyó en Cristo y su fe lo salvó. Muy cerca ya de su muerte, Jesús pidió agua, y, como si no hubiera sufrido ya bastante, le pusieron en los labios una esponja, empapada en vinagre para que saciara la sed. Se cree que su muerte sucedió alrededor de las tres de la tarde, entonces entregó su alma a Dios, gritando: ¡Padre, Padre! Gritó ¿Por qué me has abandonado? Y expiró diciendo: ¡Todo está consumado!
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