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Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

martes, 28 de julio de 2009

PEGALAJAR (MI PUEBLO)

PEGALAJAR (MI PUEBLO
(EVOCACIÓN)
Entonces era mi pueblo
-aquel cálido rincón de mi lejana niñez-
un mundo por descubrir, un lucero sorprendido,
al abrigo de los sueños infantiles,
un paraíso entrañable, escondido
en el fondo, recóndito, de mi ser.

Sus casas pequeñas, satinadas de cal viva,
como veleros de nieve, que zarpaban
del puerto de la esperanza,
parecían navegar sin rumbo fijo
por ese mar azulado de su cielo.
Por sus angostas ventanas, abiertas
de par en par a un firmamento de calma,
la pobreza lanzaba los hedores
del sudor y la miseria...
Eran un respiradero para ventilar
los recovecos del alma,
amuleto para apagar pesadillas,
o tal vez fogata para encender las quimeras.

Era mi pueblo de entonces una vastedad
de calles embarradas, cuajadas de socavones,
como un lodazal silvestre, donde el tránsito,
en esos días lluviosos, de melancolía y nostalgia,
se iba haciendo imposible.

Los animales de carga
dejaban por doquier sus heces.
Y sus huellas de herradura
formaban parte integrante de esa
decoración natural que coleccionaban
los niños, en sus inocentes juegos.

Era mi pueblo de antaño un clamor
de gratas voces, al son de la amanecida,
de campesinos y obreros que, nerviosos,
se afanaban por emprender sus quehaceres.
La alborada, con su manto de blancura,
y su timidez nostálgica, congregaba,
alrededor de la plaza, a los desposeídos
de la fortuna, en busca de ese trabajo cotidiano
que les proporcionara el pan del que carecían.
Los manigeros, cómplices en despotismo,
capataces al mando de los caciques,
exhortados por sus amos, elegían
mano de obra eficaz, brazos jóvenes y fuertes,
lenguas prudentes y tímidas.
Los débiles y quienes reivindicaban
sus derechos no tenían sitio en el tajo.
Buscad borregos”, gente fuerte y hacendosa,
bocas cerradas y ojos ciegos, que no sepan,
que no vean, que ignoren la explotación
del obrero, o al menos que la silencien.

Y cuando evoco el recuerdo de este pueblo
de mi infancia, embarcado en la memoria
de mis ojos, rememoro parte de mi vida errante.
Es como si, lentamente, fuera recuperando
los despojos de un silencioso naufragio
de proyectos y de sueños.
AUTORA: ENCARNACIÓN GOMEZ VALENZUELA

3 comentarios:

  1. Me ha gustado y te felicito Encarna, has retratado muy bien al pueblo y al explotado jornalero, tal vez nos quedamos sin saber cuales son las virtudes de sus gentes, pero claro, este corto poema no daba para mas
    Feliz año, un fraternal abrazo >Encarna

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  2. Gracias Toni. Este poema hace ya varios años que lo escribí. Conté la historia del pueblo lo mejor que pude y supe. Entre las virtudes de las gentes de antaño se encuentran la humildad, la sencillez y la laboriosidad. ¡FELIZ AÑO!

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