Acerca de mí...

Mi foto
Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

lunes, 19 de diciembre de 2011

LA HERIDA DE LA TIERRA

Agitar las oscuras cenizas del olvido
y ver cómo se hunden los peces del recuerdo
en las aguas subterráneas del pasado,
es como navegar a la deriva
por un mar tempestuoso.

Un pueblo tiritando al sol de invierno,
las calles empedradas de suspiros
y la niebla, que ensombrece los tejados desnudos,
zozobran en las cornisas del crepúsculo.


Es la tímida canción del desvarío
cantada con murmullos lacerantes.
Son los campesinos que regresan
de dar luz a la herida de la tierra
con la fuerza visceral de sus entrañas.
Caminan enquistados en anhelos,
cansinos en su torpe asimetría
de sueños y de pájaros silentes
que sobrevuelan, escurridizos,
los surcos de su corazón.

Sus manos satinadas de pasiones
arrastran el dolor de la cosecha
que muere en el furor de la tormenta,
que yace bajo un sol devastador
quemada entre suspiros y lamentos.
Es la adusta dimensión de la miseria
que vaga en el ambiente vespertino.
Es el latido ancestral de los olivos
quien siega la ilusión de sus afanes.
Son los cultivos que gimen
rasgando el vendaval de sus designios.

Y tú, cansado, como Sísifo,
andando y desandando los senderos,
me miras al trasluz de la penumbra
cargado con la piedra del destino.

Tus ojos, encendidos como antorchas,
visten el temporal del alma mía
y observan cómo la luna se asoma
al ventanal abierto del ocaso.

Una escuálida cortina de susurros
al ritmo detenido de la lluvia
evoca las antiguas emociones
que brotan lentamente de la tarde.

2 comentarios:

  1. Muy buen trabajo el tuyo, gracias por compartir, un placer no solo para disfrutar sino también para aprender. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Ha sido un gozo llegar a tu blog y disfrutar tu poema, volveré
    Un abrazo
    Stella

    ResponderEliminar