Las mujeres no podemos
ceder en la lucha por la igualdad de sexos. Esta lucha reivindicativa nos
vendrá de la mano de la cultura y del conocimiento. No dejemos de cultivar
nuestro intelecto con la lectura de libros y de diarios, con el estudio y
estando al día de todo lo que sucede en nuestro entorno y en todo el mundo. Así
podremos tener opinión sobre los acontecimientos y juzgarlos con la luz del
entendimiento. No dejemos que decidan por nosotras. Seamos timón y proa del navío
de nuestra vida.
Es curioso, bello e importante ver cómo las niñas ayudan en la celebración
de los actos religiosos haciendo de monaguillas. Sin embargo son escasos los puestos
conquistados por las mujeres en la Iglesia, la Santa Sede no lo permite.
Señores clérigos, es hora de levantar el brazo en el terreno de la igualdad, de ceder ante el celibato y de permitir que las mujeres desempeñen los mismos oficios que los hombres. Y nosotras, las mujeres, no tenemos que desfallecer en nuestra justa lucha por reivindicar nuestros derechos en el terreno de la igualdad.
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