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Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

viernes, 9 de enero de 2015

LAS MUJERES EN LUCHA POR LA IGUALDAD


Las mujeres no podemos ceder en la lucha por la igualdad de sexos. Esta lucha reivindicativa nos vendrá de la mano de la cultura y del conocimiento. No dejemos de cultivar nuestro intelecto con la lectura de libros y de diarios, con el estudio y estando al día de todo lo que sucede en nuestro entorno y en todo el mundo. Así podremos tener opinión sobre los acontecimientos y juzgarlos con la luz del entendimiento. No dejemos que decidan por nosotras. Seamos timón y proa del navío de nuestra vida.  

 Es curioso, bello e importante  ver cómo las niñas ayudan en la celebración de los actos religiosos haciendo de monaguillas.  Sin embargo son escasos los puestos conquistados por las mujeres en la Iglesia, la Santa Sede no lo permite.

Señores  clérigos, es hora de levantar el brazo en el terreno de la igualdad, de ceder ante el celibato y de permitir que las mujeres desempeñen los mismos oficios que los hombres. Y nosotras, las mujeres, no tenemos que desfallecer en nuestra justa lucha por reivindicar nuestros derechos en el terreno de la igualdad.

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