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Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

domingo, 22 de marzo de 2020

MIRAR AL CIELO


Cuando se pase este tiempo de pesadillas y fobias,
de reclusiones y encierros, de contagios y de muertes,
si nos libramos del virus, podremos cantar victoria,
todos juntos, de la mano, para saludar al día,
al sol, a los gorriones, a las nubes y a la brisa,
para abrazar al hermano, a los hijos y a los nietos.



Pero ahora,
En este tiempo cerril, de distancias y de ausencias
de temores, de lamentos de mirar por la ventana,
no nos podemos dejar abatir por la tristeza,
por el tedio, por el miedo, por la apatía o el silencio.
Es necesario cantar desde el corazón
una canción de esperanza, una dulce melodía.
que nazca en nuestra garganta y acaricie nuestros labios.
Sentir la vida vagando por los rincones de casa,
por los montes, por los valles, por los ríos, por los parques
y mirar al horizonte con ojos encandilados,
para ver nacer el día, que crece en nuestra entrañas
y brota en los corazones.
Pero todo, a través de los cristales.
Fijarnos en esa flor, que impulsada por la vida,
muestra su bello color, su perfume, su hermosura.
Mirar al cielo despacio, que luce azules de seda
y rosáceos de esperanza o rojizos de arrebol.
Alzar siempre la mirada, para no desfallecer
en las manos de la pena y en los brazos del dolor. 


En CasaRosada a 22-3-2020














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