Cuando me acunas en tu regazo,
de mis labios van surgiendo
manantiales de cristal y de esperanza
como perlas nacaradas
de un amanecer de mayo.
con sus olas espumosas,
abanica las playas del alma mía.
Eres una caracola con el sabor del océano.
se acrecientan en mi pecho
cuando trazas pinceladas
con el paladar de azúcar
sobre mi piel temblorosa.
con su fluir de burbujas y de espumas
diamantinas saciando afanes profundos
o, tal vez, curando heridas.
Qué aleteos, azules y anaranjados,
de gaviotas sedientas o de tímidas palomas
se te escapan suavemente
por las yemas de los dedos.
Qué de luces de arco iris y de aurora
se proyectan sutilmente
en el vidrioso contorno,
frágil y acaramelado, de unos ojos
heridos por la pasión.
Qué de risas en tu boca de jazmín
y en el arco que proyecta su silueta,
cuando te acercas despacio por la exultante
pradera, verde, rosa y plateada
del valle del corazón.
Qué de sauces en tus manos
acariciando mi piel.
Qué torbellinos de fuego
se agitan en tu interior.
Qué de carne temblorosa y palpitante
en un abrazo de amor.
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