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Pegalajar, Jaén, Spain
Gracias por venir a recorrer estos senderos literarios que han brotado de una fontana silenciosa, sedienta de emoción y de calma. Gracias por leer estos poemas, por beber su aliento, por respirar su aroma, por destilar su esencia, por libar su néctar. Sabed que han brotado de un corazón anhelante que sueña con ser luz y ternura, primavera y sueño, calidez y verso. Mientras lo consigo sigo escribiendo, soñando, amando, enseñando, viviendo y cantando a la vida y al amor, al mar y a la tierra, a la tristeza y al llanto, al suspiro de la brisa y al deseo de los espejos, a la melancolía y a la nostalgia. La vida es como un poema que, en unas ocasiones, nos abre las puertas de paraísos ignotos, de hermosas praderas cuajadas de florecillas silvestres, de exóticos jardines, de luminosas estancias donde germinan los sueños y donde se gesta el amor, pero en otras nos aboca al temblor de los fracasos, al dolor de las heridas, al vacío de las ausencias, al llanto de las tormentas, al furor de las ventiscas, al horror de las contiendas y a la tupida oscuridad de una noche sin luceros. Espero que seas feliz mientras bebes agua de los manantiales de la poesía, de las fontanas del verso.

martes, 22 de julio de 2025

CONDENADOS AL DRAMA DEL SILENCIO. PRÓLOGO de Gloria Nistal Rosique

                           


 Condenados al drama del silencio es la tercera novela de Encarna Gómez Valenzuela. También es la segunda parte de Tiempo de vivir, obra con la que la autora inició su andadura en la narrativa extensa. Con anterioridad ella había publicado un poemario y tres libros de relatos.   

Tiempo de vivir y Condenados al drama del silencio conforman o -quizá- forman parte (pues desconocemos si habrá una tercera novela que las continúe) de la historia de una saga, un drama rural que abarca, en su primera entrega, los años de la Guerra Civil Española, y en el libro que nos ocupa, los igualmente difíciles primeros años de la posguerra. El final de esta novela perfectamente daría opción a que se completara una trilogía.


La acción transcurre en Pegalajar, un pequeño pueblo de la preciosa comarca de Sierra Mágina en la provincia de Jaén.

Algunos de los personajes principales de la primera novela aparecen también como protagonistas de la segunda (Elena, María, Amador y doña Luisa). De igual modo otros personajes sin relevancia ya en la segunda novela son citados únicamente al objeto de contextualizar la historia (Clara).

Hay varios aspectos que merece la pena y me gustaría resaltar especialmente de esta obra.

El primero de ellos es, desde mi punto de vista, la enorme facilidad con la que se lee la historia. Es necesario confesar aquí que las cerca de cuatrocientas páginas del manuscrito las “devoré” en un fin de semana y la tarde del lunes siguiente. Suelo dedicar los días de diario a las obligaciones que el trabajo me impone y, en todo caso, a tareas diferentes de las del fin de semana. Ese lunes, sin embargo, me faltaban menos de setenta páginas para terminar y dejé otras obligaciones al margen al objeto de acabar  “Condenados al drama del silencio”. La historia atrapa, no cabe duda ninguna.

Además, hay suspense, emoción y tensión gestionada con técnicas muy actuales, a las que nos han acostumbrado las series televisivas. Con frecuencia el momento más álgido de una escena ocurre justo al finalizar un capítulo, entonces la historia se interrumpe y el capítulo siguiente continúa con otra historia que va fluyendo en paralelo. Tendremos que esperar unas páginas más allá para ir desgranando las explicaciones que quedaron en suspenso en el capítulo previo. Para conocer los datos o los hechos que nos faltan, la autora utiliza otros recursos, como poner las explicaciones en boca de la anciana madre de Amador, a través de soliloquios en los que habla con su fallecido esposo. También utiliza nuestra autora otras técnicas narrativas para que conozcamos la historia o el pasado de alguno de los personajes, por ejemplo, en el capítulo 29, cerca del final, a través de flash back o analepsis, se nos explica la historia de Ángel, oculta durante toda la novela, y la de Frasco.         

Los personajes están bien descritos, perfilados con pericia, razón por la que podemos adivinar las reacciones de cada uno de ellos, podemos anticipar sin decepcionarnos sus comportamientos y sus respuestas. Sabemos cómo reaccionará la prepotente madre de Amador, que en el pasado fue dueña y señora y todavía controla desde su cama muchos de los acontecimientos de la “casa grande”, intuimos la pasión de la joven Elena, la enorme generosidad y el amor de María hacia Elena, la postura de los maquis más jóvenes y la de Frasco-Cartucho y los mayores. Esta virtud de la creación verosímil de los personajes es cualidad que debe tener un buen novelista y que tiene Gómez Valenzuela.

La localización geográfica con sus accidentes, los montes, la vegetación, las fuentes de agua, los amaneceres, los atardeceres, el tránsito de la naturaleza, están igualmente dibujados con maestría, y se describen los cambios del día, el efecto del sol en las casas según las diferentes horas, las sombras, la oscuridad… Las olivas (lo que en otras tierras de España llamamos olivos) están muy presentes en el paisaje. Ellas y sus fases, desde la plantación a la recogida de la aceituna, y la transformación en aceite.

La minuciosidad y el detalle en la narración no sólo se encuentran en la descripción de la naturaleza o de los olivares, sino en el detallismo descriptivo de actividades cotidianas, como en la preparación de las comidas y los alimentos que la componen, o en el simple hecho de elaborar una infusión de manzanilla. 

Las escenas de amor están descritas con detalle e intensidad, pero de un modo exquisito y delicado, sin expresiones soeces. En esos lugares será donde habrá un mayor uso de la metáfora. Hay escenas amorosas de mayor o menor intensidad entre la mayoría de los matrimonios de la novela, y alguna relación extramatrimonial contada con la misma delicadeza. Son realmente escenas de amor, frente a las anécdotas jocosas e irrespetuosas de los hombres del pueblo cuando hacen bromas entre ellos. Tampoco hay que olvidar un tercer nivel en las descripciones de sexo, aquellas en las que se relatan violaciones o intentos de ellas.       

La historia bordada con los personajes es consistente, y continúa, como hemos dicho, la saga iniciada en la primera novela. Pero, además, esas historias individuales o, mejor, esas historias familiares están indisolublemente entrelazadas con la historia de la España de la posguerra. Sin el marco, sin el telón de fondo de las consecuencias de la guerra civil, no se podrían haber hilvanado estas historias. Todas ellas tienen que ver con la situación en la España rural recién acabada la guerra.

Es la historia de las dos Españas, en el microcosmos de una pequeña localidad campesina. La historia de los vencedores, los golpistas que pasarían a cuchillo o fusilarían en las tapias a los defensores del régimen legalmente establecido y la historia de los que huyen de la revancha de quienes se han erigido al mando de las instituciones.

Las crónicas que corren paralelas a lo largo de todo el libro son fundamentalmente dos, la que transcurre en la casa grande y la que sucede en el monte donde viven los maquis huidos. Alrededor de esto dos ejes centrales se desgranan otras historias aledañas como la del médico; la de Ángel, el hijo de Feliciana y Cartucho; la de Alfonsa, la mujer de Manuel-Retama, el republicano huido; la del lascivo matrimonio del alcalde y su mujer…

El libro retrata la realidad viva y cruda de los años de la posguerra, especialmente dura hasta los años cincuenta y más aún en una localidad pequeña, donde todo el mundo se conoce, y se marcan a fuego la jerarquía social, los orígenes y las tendencias políticas de cada familia y de cada uno de sus miembros. El odio entre los bandos de republicanos y falangistas es visceral y la solidaridad entre los necesitados, entre los miembros de la “resistencia”, es digna de encomio y está profusamente descrita en distintos episodios a lo largo de toda la novela.     

El lenguaje es claramente rural, con varios localismos, expresiones y modismos que se emplean en la zona de Sierra Mágina. El registro de los diálogos es fundamentalmente coloquial. Las metáforas e imágenes se utilizan para la descripción de la naturaleza, el sol, la luna, las estrellas y las escenas eróticas.     

A pesar de las terribles hambrunas que se sufrieron en alguna parte de la población, especialmente entre los vencidos, y de que esas escenas se cuentan con detalladas pinceladas, el libro no está exento de momentos de humor, hay escenas jocosas donde hambre y humor se mezclan como antídoto de supervivencia para vencer a la muerte. 

Un aspecto digno de mención es la crítica explícita de la voz narradora ante la consideración de la mujer como objeto de deseo carnal por la que el hombre en muchas ocasiones parece tener patente de corso para el uso, el abuso o incluso la violencia en cualquiera de sus grados hasta la violación. De igual manera critica la apreciación de la mujer en la sociedad patriarcal de la época por la que no le parecía oportuno al padre que las hijas tuvieran estudios: “Las mujeres que aprendían a leer y a escribir eran las más rebeldes, las más seguras de sus razonamientos y de sí mismas, quienes plantaban cara a los maridos, rebatían sus decisiones y sometían a revisión sus mandatos”.

Condenados al drama del silencio es una novela con un nombre acertadísimo, están condenados al drama del silencio y a la clandestinidad los maquis huidos en el monte, esos que tienen que viajar en absoluta oscuridad si quieren ver a sus familias, mujeres e hijos que malviven y pasan hambre en el pueblo. Las mujeres también están condenadas al drama del silencio para que el pueblo no sepa de las visitas de sus hombres. Están condenados al drama del silencio los solidarios, como el médico, que ayuda a los heridos, dada su misión de socorrer a los lesionados sean del bando que sean. Están condenados al drama del silencio los amantes y los que ocultan a los fugados de la justicia y aquellos de los que no se conoce sus verdaderos orígenes, su historia.

Como no todo tienen que ser desgracias, hambre, desesperación por los ausentes obligados, por los proscritos, la novela tiene un Deus ex machina, como en algunas comedias griegas, que baja para regalar una suerte de milagro, la explicación de los orígenes, que conlleva a la felicidad en forma de herencia o legado en vida a quien tanto ha sufrido.   

Es una novela con una importante presencia del amor y la entrega conyugal y familiar, de odios entre vecinos, de mucho sacrificio y otro tanto de solidaridad, de una realidad histórica aplastante y lamentable vivida en la España de los años cuarenta del siglo pasado. De algún modo esta novela sería la biografía de un pueblo si cortáramos una sección de la línea del tiempo, y de algún modo es también la biografía de los personajes, algunos de ellos basados sin duda en la realidad de personas que vivieron en carne y hueso los acontecimientos aquí narrados, - tal vez algunos de ellos fotografíen familiares, o seres cercanos a la autora-.

Hace un par de años Encarna Gómez Valenzuela me pidió que le prologara una novela. Por razón de otros compromisos adquiridos, y debido al poco plazo que me ofrecía para realizar ese encargo, no pude llevarlo a cabo entonces. Esta vez me comprometí y le agradezco su persistencia y confianza. Esta novela es, por un lado, el testimonio de lo vivido en una dura época de nuestro país y, por otro lado, una auténtica novela, esa que nos hace interesarnos, que nos hace sumergirnos ávidamente en su lectura y no querer parar de leer hasta alcanzar el final.

Espero que, sin que pasen muchos años, podamos hablar de la tercera entrega.

                                                                                                          Gloria Nistal Rosique


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