Después de celebrar el
Carnaval en el Centro Cultural llegamos a casa y para que la abuela fuera
partícipe de esa alegría sana que nosotros habíamos disfrutado, lo celebramos
con ella y le hicimos reír, por unos minutos conseguimos que olvidara las
tristezas, las limitaciones y las cuitas que acarrea la vejez.
A los ancianos
hay que animarlos y hacerle sentir emociones y alegrías y evocar recuerdos
felices con ellos, sino su vida se llena de tedio y hastío y dejan de tener
aliciente para seguir viviendo.
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