Hoy es san Blas,
protector de la garganta, el día de las roscas. No puedo pasar esta jornada sin
evocar, de nuevo, a Campillo de Arenas.
Este día solíamos salir un poco antes de la escuela y todos los niños y niñas,
así como los adultos y familiares nos dábamos cita en la iglesia de la
Encarnación para que el sacerdote bendijera las roscas en nombre de san Blas.
Recuerdo con emoción la parroquia llena de gente joven, toda la chiquillería
del pueblo con los ojillos llenos de ilusión, esperando que alguna gotita de agua bendita cayera sobre sus
roscas. Todos los habitantes de Campillo tienen este día su rosca bendecida,
que comen con alegría, en honor de san Blas. Mi familia y yo también las
teníamos y qué ricas. ¡Qué
aprovechen las roscas amigos campilleros!
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