Anochece lentamente.
Anochece entre luces sonrosadas,
entre luces que se te agarran las entrañas,
entre haces acaramelados de nostalgia,
que te atrapan en las olas del amor.
La dulce brisa de marzo
se iba enredando despacio
entre las brumas del verso, entre el amor de un poema
y la luna renacía llena de paz y esperanza.
Las estrellas se asomaban por el borde de los cielos
para deshacer las sombras que nos traía la noche.
Dónde estabas esta tarde,
amado mío, dónde te hallabas,
cuando la luz deslumbraba mis pupilas
con una linda paleta de jubilosos colores,
de sonrosados, de amatistas, de encarnados,
de melancolía y de calma.
Dónde estabas,
cuando el viento se enredaba entre las flores,
incipientes de los árboles del parque,
de la savia que renace en nuestro pecho.
Dónde estabas,
cuando la tarde languidecía,
entre suspiros amargos de soledad.
Dónde te hallabas.
Yo no te vi cuando estaba anocheciendo,
cuando corrían las nubes llenas de amor y de agua
por el espacio infinito.
Por qué no me respondías esta tarde,
cuando te estaba llamando con los latidos del alma.
En quién estabas pensando,
cuando mi alma vibraba entre los hilos del aire.
Por qué no me contestabas,
cuando la luz desbordaba los senderos de mi amor.
En CasaRosada a 4-3-2022
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